Pero la destrucción que provoca la violencia armada está ensombreciendo todos los continentes y es la gente de pie, la población más inocente, quien paga el precio más alto: más de una persona pierde la vida cada minuto como consecuencia directa de la violencia armada. Y eso a pesar de la entrada en vigor del Tratado Internacional sobre Comercio de Armas (TCA), en diciembre de 2014. Ahora el reto está en supervisar su estricto cumplimiento. Uno de los casos de más actualidad es la guerra que sacude a Siria. Según datos de Naciones Unidas (ONU), desde que comenzara el levantamiento en 2011, han muerto más de 220.000 personas y cientos de miles han resultado heridas. Las transferencias de armas, tanto al Gobierno sirio como a las fuerzas de la oposición, por parte de Gobiernos occidentales, han contribuido a alimentar la tragedia.
España es el séptimo mayor exportador de armas del mundo, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), que analiza los datos correspondientes al último lustro. En 2014, según datos de la Subdirección General de Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso, España obtuvo ingresos de más de 3.203 millones de euros derivados de exportaciones de material militar. Una cifra ligeramente inferior a los mismos datos para 2013, año en que nuestro país exportó armamento por valor de 3.907 millones. Según esta fuente, es Reino Unido el estado que más armamento español importa. Le siguen Francia y Arabia Saudí, aunque tampoco son desdeñables -sobre todo atendiendo a la situación política- los 244 millones de euros ingresados de la venta de armas a Turquía o los 108 millones de euros facturados a Egipto. Y aunque en los datos aportados no consta relación comercial directa con países como Emiratos Árabes, Siria, Irán o Ucrania, la inestabilidad política en Oriente Próximo -auspiciada por la influencia regional de países como Arabia Saudí y Emiratos Árabes- favorece el negocio de las armas, a pesar de que según las legislaciones española y europea se trata de exportaciones ilegales, precisamente por esa situación de conflicto y por el apoyo que estos países prestan a los grupos insurgentes en Siria.
Las ventas de armamento español a Arabia Saudí han batido un récord histórico, al sumar 447,6 millones de euros en el primer semestre de 2015. Esta cifra supone el 26% de todo el material de defensa exportado por España en dicho periodo, que asciende a 1.727,2 millones de euros, un 25,3% más que en los seis primeros meses de 2014, según el informe elaborado por la Secretaría de Estado de Comercio. La práctica totalidad de lo exportado a Riad correspondió a dos aviones de reabastecimiento en vuelo MRTT, fabricados por Airbus en su factoría de Getafe a partir del A330-200, aunque también se vendieron repuestos para aviones de transporte, piezas de motores para cazas de combate, munición ligera y una estación de control remoto para armas. En el caso del país saudí, el importante volumen económico de los acuerdos viola los derechos humanos por “suponer una amenaza para la paz, la seguridad y la estabilidad regionales”, afirma el Centre de Estudios por la Paz. Además, existe el riesgo de que “el armamento exportado sea utilizado o vuelva a ser exportado en condiciones no deseadas”. Alemania, por ejemplo, sí ha bloqueado las relaciones comerciales Las estadísticas oficiales incluyen la venta de munición de artillería y bombas por 37,5 millones de euros a las Fuerzas Armadas de Irak, a las que están instruyendo 300 militares españoles; así como la exportación de cuatro aviones de transporte, repuestos y motores a Egipto por 100 millones; o de 13,1 millones a Venezuela por un sistema de artillería naval y otros equipos para la marina.
El mayor vendedor de armamento del mundo sigue siendo Estados Unidos, con el 31%, seguido de Rusia, con el 27%. Entre ambos acaparan el 58% del total. Las repercusiones humanitarias son demasiado altas y organizaciones cómo el Centro de Estudios para la Paz y Amnistía Internacional hacen un llamamiento a los Gobiernos occidentales y al español para que cumplan su propios marcos y no vendan armas convencionales, incluyendo los vehículos blindados de transporte de tropas, aeronaves y helicópteros militares (como los aviones no tripulados), por ejemplo a países cuyo respeto a los derechos humanos es dudoso. También alertan sobre la munición, que es clave para poner fin a los conflictos: Las armas de fuego no tienen poder sin balas. Ahora más que nunca hace falta evitar que las transferencias irresponsables sigan alimentando los conflictos y la criminalidad en el mundo.