Mientras, es evidente que al líder socialista le va el riesgo. Poco se habla hoy de las disensiones ¾quizás porque es el momento de afilar los cuchillos¾ que tuvo que soslayar Sánchez antes de abanderar el intento de resolver la ecuación inconclusa del 20-D. Por su parte, Iglesias disfruta de su momento, bien en su uniforme habitual, bien enfundándose un esmoquin para sorpresa del personal. Se apunta así pequeñas victorias que saben a pachanga de recreo de colegio, como la redistribución de los escaños de Podemos en el Congreso. ¿De veras consideran que este asunto es de vital importancia para los ciudadanos? Si en realidad, lo que estamos deseando en España es que los diputados, da igual el partido, hagan uso de ellos y asistan y trabajen, independientemente de si se ubican en el ‘gallinero’ o en la zona noble. Quien anda cuadrando cuentas y revisando cada movimiento del tablero es Rivera, que trata de recuperarse de unos resultados en las urnas que no fueron los que esperaba. En cualquier caso se afana consciente de que es su oportunidad.
¿Y mientras? Mientras, nada. Bueno sí. No faltan las opiniones de aquellos, como la Comisión Europea, que dicen que no quieren influir pero lo hacen (conscientemente) alertando de los riesgos de esta incertidumbre política y de las cuentas pendientes que quedan por pagar. Insisten en vendernos una recuperación que podría desvanecerse si no se deshace la madeja política. Yo sigo preguntándome que de qué recuperación hablan cuando las bolsas de medio mundo andan temblorosas. Pero al margen de estos detalles, en realidad no ocurre nada. Sirvan como ejemplo los 540 días que Bélgica no tuvo gobierno. Ahora bien, también sé que la templanza de los españoles no es la misma que la de los belgas. Y tenemos, nuestras razones. Los protagonistas de la trama de esta Legislatura que aún anda orientándose siguen definiendo sus líneas rojas, esas que dicen que no van a sobrepasar. De lo que quizás no quieren darse cuenta es de que no se han marcado la línea roja que verdaderamente importa: la de la paciencia del ciudadano.