España se sitúa entre los países cuyos jóvenes estudiantes reciben más presión por los deberes escolares en casa. A esta conclusión ha llegado un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). A partir de los once años es cuando los niños españoles comienzan a sufrir este fenómeno. El 34% de los chicos a esa edad afirma estar presionados por las tareas del colegio, mientras que en las chicas se representa en un 25%. De esta forma, este país ocupa el noveno puesto de una lista de 42 países de la Unión Europea y de Norteamérica.
Conforme avanza la edad, aumenta el estrés por los deberes. A los trece años, ya son un 53% de niños los que afirman estar en esa situación. Las niñas alcanzan a esta edad el 55%, de manera que superan a los chicos. España se sitúa en el cuarto puesto de la lista, seguida de Italia e Islandia.
A los quince años es cuando el fenómeno presenta una situación más preocupante. El 70% de las niñas afirman estar estresadas, con un 60% entre los chicos. De esta forma, ellas superan en 25 puntos porcentuales la media de todos los países que forman el estudio. España se sitúa también en cuarta posición en esta franja de edad, seguida de Inglaterra y tan solo superada por Malta, Escocia e Islandia.
Pablo Mateos, profesor de Educación Física en el Colegio de los Maristas de Jaén, pone el acento en el papel que juegan las familias en las tareas de sus hijos. “Algunos padres se están olvidando de que a determinadas edades los niños lo que tienen que hacer es jugar. Obviamente tienen que ir a la escuela y aprender lo más posible de cada una de las materias, pero eso no se consigue haciendo más deberes”, afirma el docente.
Pablo Mateos explica que en su caso no suele mandar tareas para casa. “Los deberes no son tan necesarios”, remarca. Por su parte, María Couceiro, profesora del colegio Luis Tobío de Viveiro (Lugo), cree que los deberes sirven “como autoevaluación para que cada alumno sepa qué es lo que no hace bien”. La docente asegura que nunca ha recibido ninguna queja por parte de algún padre. “Incluso a veces sucede lo contrario, ya que algunos de ellos piden que mandemos más”, argumenta.
María Couceiro cree que el estrés que sufren los alumnos no es solo culpa de los deberes, “siempre que no sean excesivos”; sino de “la gran cantidad de actividades extraescolares, ya que existe una mala gestión del tiempo” por parte de los estudiantes. La docente se refiere a los entrenamientos deportivos o la asistencia a cursos como pintura o jardinería.
La Organización Mundial de la Salud ha advertido que el estrés que sufren los alumnos está relacionado con los niveles de presión escolar. Las consecuencias pueden ser problemas de salud tales como dolor de cabeza, molestia abdominal, daños en la espalda y mareos. También puede provocar síntomas psicológicos como tristeza, tensión o nerviosismo. Este estrés motiva también la falta de satisfacción con la vida.
La realización de tareas escolares en el hogar está destinada a la mejora académica de los alumnos, aunque esto no siempre ocurre. “Si el niño hace lo que debe en el colegio y las estrategias educativas son correctas, ¿para qué estar toda la tarde haciendo deberes?”, se pregunta Pablo Mateos. El profesor expone que quizás lo que debe replantearse es si se están utilizando las tácticas adecuadas en el ámbito educativo.
“El niño en la escuela que trabaje y que aprenda; una vez en casa que lea, que pase tiempo con sus padres, que haga deporte, que siga aprendiendo a través de los múltiples juegos que existen para ello”, argumenta el profesor.
Igualdad de oportunidades
La ayuda familiar en la elaboración de los trabajos escolares puede suponer un factor importante en el resultado de las tareas. La situación socioeconómica del entorno familiar podría influir en el apoyo que recibe el niño para hacer los deberes fuera del centro educativo. Unos padres con altos ingresos o hermanos mayores universitarios pueden favorecer el aprendizaje del alumno. Sin embargo, los jóvenes que crecen en familias con menos recursos deben salir adelante con la poca ayuda que las personas de casa puedan aportarle.
“¿Qué hace el niño por la tarde si sus padres no están en casa ya que ambos tienen que trabajar para poder sacar adelante la familia?”, se pregunta Pablo Mateos. El docente explica que en esta situación el niño superará el curso solo gracias a su esfuerzo o formará parte de las estadísticas de fracaso escolar. “Si los padres no están en casa, lo más seguro es que se siente a ver la televisión o a jugar con la play”, explica el profesor. En conclusión, la situación socioeconómica de la familia puede ser un factor determinante.
Sin embargo, la profesora María Couceiro cree que esta no es una causa necesaria. “Si los deberes se mandan como un refuerzo de lo que se trabaja en clase, el alumno no necesita acudir a clases particulares”, con la inversión económica que esto supone. “Hay familias con un alto poder adquisitivo cuyos hijos tienen un nivel escolar regular”, matiza.
Ante el debate de la cantidad de deberes que realizan los escolares en casa, la decisión, a fin de cuentas, está en manos de cada profesor. La polémica surge en un contexto en el que los grupos políticos son incapaces de alcanzar un consenso por la educación. El reglamento es modificado según el color político que ostente el poder. El futuro dirá si el nuevo escenario parlamentario corta las alas a la Ley Orgánica para la Mejora Educativa (LOMCE), la última aprobada, o esta continúa su curso.