Según la agencia sanitaria de las Naciones Unidas, la tasa de consumo de alcohol en España durante los últimos años, dibuja una tendencia a la baja. La cifra de consumo del período 2003-2005 es casi un litro superior a las estadísticas del período entre los años 2008 y 2010.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado el informe como apoyo a los mensajes de alerta preventiva, pues las consecuencias del consumo de alcohol en todo el mundo dejan 3,3 millones de muertes cada año. Esto se debe a que además de estar implicado en la cirrosis o en accidentes de tráfico, se considera un factor clave en más de 200 enfermedades.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), existen grandes diferencias en cuanto al consumo por nivel social o por sexo. En España, los hombres con un nivel socioeconómico o educativo bajo corren un mayor riesgo de tener una ingesta de riesgo de alcohol, mientras que las mujeres cuanto más formadas están o disponen de más medios socioeconómicos, tienen más posibilidades de encontrarse en situaciones de abuso de alcohol.
En cambio, en cuanto a los riesgos individuales, Shekar Saxena, director del Programa de Abuso de Sustancias de la OMS, ha recordado que el consumo de bebidas afecta especialmente a los grupos sociales más desfavorecidos, "que a menudo carecen de los mecanismos de protección sanitaria, social y familiar" para hacer frente a los problemas derivados de este hábito.
La tendencia del binge drinking
La denominación original anglosajona binge drinking se refiere al consumo de entre seis y ocho copas en una sola sesión de consumo, normalmente en un período de tiempo que va desde las dos a las tres horas.
"Se considera binge drinking a una tendencia específica a la hora de beber. Suele ser lo que pasa en muchas ocasiones en los botellones: se ingieren grandes cantidades de alcohol en el menor tiempo posible, pudiendo llegar a intoxicaciones etílicas agudas", explica Ignacio Calderón, director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
Hasta 1982, el vino había sido con mucha diferencia la bebida favorita de los españoles, sin embargo el consumo de cerveza creció casi en un 50%. Se produjeron entonces tres cambios derivados de esta tendencia: la reducción de la edad en la que se comenzaba a beber alcohol de un modo habitual, los cambios en las motivaciones de consumo, primando la búsqueda de los propios efectos del alcohol, y el aumento de bebidas alcohólicas en festivos y fin de semanas.
La Encuesta sobre alcohol y drogas en población general de España indica que el 15,2% de la población realiza esta práctica, siendo la población de entre 20 y 19 años la que más se concentra en torno a esta tendencia.
Consumir con responsabilidad
En cuanto a la percepción sobre los daños producidos por el alcohol, en España existe un entorno social tolerante con respecto al consumo, pues menos de la mitad de los encuestados en 2008 consideraba que el consumo de cinco o seis cañas/copas en fin de semana podía suponer un riesgo para su salud.
"Soy consciente de que es muy difícil que los jóvenes dejen de beber totalmente, es utópico, pero por lo menos que se haga de forma responsable, y ahí tenemos que ayudar todos", afirma Ignacio Calderón.
Considerando que la bebida está detrás del 5,9% de la mortalidad mundial, la OMS sostiene que es imprescindible seguir endureciendo la fiscalidad, la publicidad y la venta a menores de los productos alcohólicos.
Eusebio Megías, director de la Fundación Española contra la Drogadicción, indica que “la forma de beber española es diferente; está asociada a la dieta y al estilo de vida mediterráneo. El alcohol solo provoca alarma social, y por tanto acción política, cuando interviene en problemas de seguridad, o de orden público. No por la salud”.
Desde la OCDE señalan que las políticas deben apuntar primero a los habituales bebedores, mediante medidas desarrolladas por médicos con el objeto de detectar a esta población y persuadirla de los perjuicios del consumo; y a través de una aplicación más estricta de las leyes.
Beber alcohol como forma de ocio
Explica Ignacio Calderón que "la idea es recuperar otras formas de ocio, entender que el alcohol es también una droga, que con ello te machacas la vida y acabar con las clásicas imágenes de los padres tomándose a broma la borrachera que trae el niño a casa al día siguiente”. “No son cosas de la juventud, son problemas importantes", añade.
Eusebio Megías certifica que la tradición alcohólica en España está muy arraigada, puesto que a los niños se les ofrecía quina para abrirles el apetito, vino en las comidas e incluso ginebra a las chicas para el dolor de la menstruación. Ahora los restaurantes ofrecen chupitos de orujo —la mitad del tope diario considerado de no riesgo— como cortesía de la casa.
Javier M., estudiante, prefiere no detallar su situación, pero “no puedo aguantar toda una noche sin beber mientras todos mis amigos lo hacen”, confiesa. “Es un estigma social, siento que me cuesta más integrarme, y por extensión, divertirme.”
Impuestos especiales para el alcohol
En cuanto al marco fiscal, en comparación con otros países España tiene niveles moderados de impuestos para todas las bebidas alcohólicas. Por cada envase de cerveza se paga un 22% de impuestos por el gravamen del 21% por botella de vino, mientras los espirituosos, como el ron, el whisky o el vodka, tienen un gravamen superior del 40 %.
El alcohol pertenece al grupo de impuestos especiales, que se rigen por gravarse los costes del producto y la aplicación del IVA al conjunto. El objetivo es disuadir del consumo de ese producto para incentivar el ahorro, o para evitar enfermedades alcohólicas. No obstante, como se trata de una demanda inelástica, lo que realmente consigue el gobierno es obtener altos ingresos en impuestos.
Según el estudio elaborado por EAE Business School, el consumo de alcohol en España en el último año fue de 686€ por persona. La situación por Comunidad Autónoma muestra que vascos, catalanes y murcianos son quienes más gastan en bebidas alcohólicas, mientras que los que menos beben en España son canarios, extremeños y cántabros.