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Martes, 07 Abril 2015 10:12

El Ejército en el punto de mira

Escrito por 
Parte exterior del Ministerio de Defensa del Gobierno de España / F: Marina Pellico Millán Parte exterior del Ministerio de Defensa del Gobierno de España / F: Marina Pellico Millán

F: Marina Pellico Millán

Zaida Cantera, una oficial del ejército español consiguió algo prácticamente imposible: que un superior fuese condenado por acoso. Su nombre es Isidro José de Lezcano-Mújica, coronel que fue destinado a una misión de Libia, dónde empezó el drama.

Esta es una historia que muchos califican de kafkiana. Pese a haber ganado, parece que ha sido derrotada. Zaida Cantera, la oficial que logró algo prácticamente imposible (que la justicia militar condenase a un coronel) afirma que prefiere dejar el ejército y buscar otro trabajo a vivir arrodillada el resto de su vida.

En septiembre del año 2013, se publicó que las Fuerzas Armadas españolas habían registrado 62 quejas por acoso sexual entre 2003 y 2013. Para aquel entonces, tanto el PP como el PSOE, CiU e IU pactaron poner en marcha el Observatorio de la Vida Militar que, finalmente, se fundó a mediados de enero de 2014. Entre esas 62 personas se encontraba Zaida Cantera.

Su historia no deja indiferente a nadie. Denunciar a un superior y seguir en el Ejército es casi imposible, y ella ha sido buena prueba de ello. Cantera logró que el Tribunal Militar Central condenase, el 8 de marzo de 2012 (Día de la Mujer) a 2 años y 10 meses de prisión al coronel Isidro José de Lezcano-Mújica, acusado de trato degradante y maltrato de obra a un subordinado. Es decir, de menosprecio a la condición femenina y actos tales como tocamientos, amenazas o vejaciones en público. Pero el calvario que sufrió la oficial no había hecho nada más que empezar.

Una realidad casi imposible

Zaida Cantera es oficial y tiene diferentes condecoraciones a nivel internacional por misiones en zonas de conflicto como Kosovo. Estando ella en una misión en el Líbano, destinaron allí a un nuevo coronel: Isidoro Lezcano-Mújica. Al llegar, éste le dijo que tenía que acompañarle a Valladolid a una reunión. Ella fue, y ahí empezó todo: “Llegó, se sentó, me puso la mano encima y empezó a subir” –afirmó Cantera en una entrevista concedida a Jordi Évole.

El problema que hizo que Cantera no pudiese denunciar, fue que ambos iban de uniforme. Y es que en el ejército, cuando se pone una denuncia, tiene más credibilidad quién tenga el cargo más alto. Y ella era oficial, y él, coronel. Tal y como afirma un capitán del ejército con 37 años de antigüedad que prefiere mantener su nombre en el anonimato: “el superior, por lo normal, y la mayoría de veces es así, tiene más información, está mejor preparado o ha recibido unas órdenes que el subordinado desconoce. Y, por supuesto, no hay que dar explicaciones. Es una institución jerarquizada y, como tal, el de arriba manda y el de abajo obedece, así de sencillo”.

Al llegar de Valladolid, Zaida denunció el caso a varios de sus superiores -los cuales, el día del juicio, casualmente no recordaron nada-, pero le hicieron caso omiso. Lezcano se enteró de esta denuncia y el acoso laboral, según afirma Cantera, se hizo insostenible. Hasta el punto de que en una de las maniobras, el coronel ordenó a uno de sus oficiales informarse de cuál era la tienda de Zaida. Esa noche, se lanzó una traca sobre esa tienda y, al amanecer, apareció una pintada que ponía: “Zaida no vuelvas”. Por suerte, uno de los compañeros de Cantera le indicó erróneamente el lugar. Dos días después, llegó la agresión en un parking dentro del recinto de la base militar.

Después de esto, Zaida denunció. Todo lo que vino a continuación fueron una serie de catastróficas desdichas: fue destinada forzosa a Sevilla, le quitaron el mando de su unidad, le obligaron a hacer funciones de cartero, etc. Pero de repente, luz verde: llegó el juicio, consiguió que una testigo declarase ante el juez y venció. Sin embargo, los altos cargos, a los que Zaida acudió en busca de ayuda, prefirieron girar la cabeza y no sufrieron ninguna reprimenda.

La persecución continuó

La oficial Cantera siguió en la base de Sevilla, a la que destinaron a un nuevo coronel: Roberto Villanueva Barrios. De nuevo, acoso; cuando se publicó que Zaida había ganado el juicio, le prohibieron hablar con la prensa. Tampoco le dejaron ir al hospital cuando operaron a su padre de un tumor. Ni obtener vacaciones en verano. Ella puso estos hechos en conocimiento del Ministerio de Defensa y del Jefe del Estado Mayor del Ejército. Pero nada.

Poco después, se le abrió un expediente disciplinario. ¿El motivo? La alteración de un número en un parte de petición de un permiso para salir de la Academia. Pese a que la supuesta alteración carecía de consecuencias prácticas, la denunciaron por “delito de deslealtad”, castigado con hasta seis años de cárcel. La juez militar archivó el caso, pero dejó abierta la vía disciplinaría: se le abrió un expediente de falta grave y tuvo que pagar dinero a un perito para justificar que ella no había sido. La sorpresa llegó cuando la juez pidió un informe grafológico a un experto de la Guardia Civil, en el que se detectó que la firma del coronel y la del teniente coronel estaban hechas con la misma mano. Una era falsa. Esto no tuvo ningún tipo de sanción disciplinaria.

El salto a la política

La pareja de Zaida, también militar, decidió contar el caso a Irene Lozano, portavoz de Defensa de UPyD. Como afirman desde UPyD, la portavoz “se ha implicado toda la legislatura en este problema”; pues, como dicen “ya en 2013 realizó preguntas por escrito al Gobierno sobre el caso de la coronel Zaida Cantera”. Y así fue, Irene Lozano denunció en el Congreso que el régimen disciplinario que se le había abierto se estaba utilizando como “instrumento de venganza”. Y añadió pruebas: mientras que a Cantero se le abría un expediente con tanta rapidez por este hecho; a los superiores a los que Cantero denunció que sufría abusos y no hicieron nada, ni se les expedientó.

Y el tema siguió en los Plenos del Congreso. De hecho, el pasado miércoles 11 de febrero, el ministro de Defensa, Pedro Morenés, protagonizó un hecho que escandalizó a la opinión pública. Mientras que la diputada le pedía insistentemente explicaciones sobre el caso, el ministro acompañó su respuesta con un gesto: se llevó el dedo índice a su boca, con lo que dio la idea de exigencia de silencio a la diputada. Solo al final del Pleno el ministro pidió disculpas “por haber hecho un gesto de silencio”. Sin embargo, mantuvo la acusación de que Lozano “busca autopromocionar la venta de un libro” (refiriéndose al que Zaida ha escrito contando su historia) y de que “la enfermedad –de la portavoz– es su bajeza moral”.

Al día siguiente, el ministro hizo un giro de 180º en su postura, al anunciar que está dispuesto a poner en marcha un protocolo de actuación contra el acoso sexual en las Fuerzas Armadas, con el objetivo de “acelerar las denuncias […] para poder atenderlas cuanto antes”. También pidió disculpas públicas a la víctima. “Siento enormemente lo de la comandante Cantera. Y como yo, las Fuerzas Armadas” – dijo el ministro en el Congreso.

De acuerdo con las palabras del capitán al que Infoactualidad ha tenido acceso: “nuestra institución tiene en sus filas actualmente a 15.000 mujeres, aproximadamente un 12,3%”. Dice que denuncias por acoso ha habido en 2009,5; en 2010, 7; en 2011, 3; en 2013, 1 y en 2014, 4. Así, afirma que “creo que estas cifras hablan por si solas”. En referencia la intervención de I.Lozano, el capitán considera que “ha sido una utilización mediática para promocionar la salida de su libro” y que, para conseguir ese objetivo “no ha dudado en meter al mismísimo ministerio de Defensa”. También considera que Zaida “sacará tajada” cuando afirma que “está fuera del Ejército y cobrando lo mismo o más”. Así que concluye “campaña orquestada para utilización mediática y promoción de una persona y un libro”.

Mientras se cierran los postulados para que este protocolo de actuación entre en vigor, Zaida está de baja, después de que un informe médico detectara una alta tasa de invalidez (moral y física) para poder continuar en el ejército. Por el contrario, el coronel que la acosó podrá reincorporarse a filas y seguir con su carrera cuando acabe su condena.

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