Acción Ortográfica nació el pasado 3 de enero en la red social Facebook. Si bien acepta ejemplos de aberraciones lingüísticas más allá de sus fronteras de actuación, el colectivo centra el foco de corrección en Madrid. Su inspiración, sin embargo, se encuentra al otro lado del charco: “Vimos una iniciativa en Quito, en Ecuador, y decidimos que teníamos que hacer algo así porque estábamos hartos de la cantidad de errores que hay en las calles”, explica un representante del movimiento que declina revelar su identidad.
Ni nombres, ni apellidos, ni entrevistas cara a cara; son las condiciones de Acción Ortográfica para prestar declaraciones. Uno de los componentes del colectivo dice de sí mismos que son un grupo indeterminado. “No queremos revelar nuestra identidad. Sí te puedo decir que somos más de tres personas y que nuestras edades van desde los 30 hasta los 45 años. Somos profesionales del lenguaje: correctores, profesores, traductores…”, detalla sobre la organización del grupo.
Sus argumentos son claros: “No queremos personalizar. Esto es un mero entretenimiento, pero cada componente tiene su vida, su trabajo… No queremos que se nos relacione personalmente con esto, ni ser héroes, ni reconocimientos de mérito”. La frase final refrenda todo lo anterior y dibuja, efectivamente, un grupo altruista, de justificación bucólica pues, en sus palabras, “es más importante lo que hacemos que nuestro nombre”.
La Policía, conocedora del movimiento
Sin embargo, esta visión idílica del todo puede encerrar una parte más seria y menos sentimental que explicaría el secretismo del grupo: las leyes, las multas e incluso la cárcel. Así lo explica Carlos Fernández Guerra, community manager de la Policía Nacional -@policia-, el cuerpo de seguridad con más seguidores en Twitter del mundo. Fernández es el filtro de todos los delitos que se cometen en las redes sociales. Lo vigila todo, o al menos lo intenta, atendiendo de buena gana cualquier denuncia.
“La verdad es que no tenía noticias de este grupo”, reconoce el community manager en una primera toma de contacto. Días después, habla con mayor propiedad: “Ya estoy al día. Los de Acción Ortográfica tienen bastante repercusión por la forma de denunciar las faltas, con gancho y gracia. Hay algunos ejemplos que son trabajos de corrección no sobre fotos, sino in situ”.
Posibles problemas legales
En octubre del año pasado la Policía Nacional emprendió acciones legales contra el colectivo Boa Mistura por su campaña ‘Madrid, te comería a versos’, con la que llenaron de métrica romántica los pasos de cebra de la capital. Carlos Fernández explica que las penas por daños y vandalismo, dependiendo del grado, pueden llegar hasta condenas de prisión. “Es verdad que siempre está bien aprender, pero hay que guardar una serie de pautas. Las correcciones virtuales me parecen geniales pero, directamente en el mobiliario público, no”, sentencia el community manager.
Ante esta declaración, la cuestión es si la descripción en Facebook de Acción Ortográfica puede resultar legalmente perjudicial para ellos. “Nos gusta que la gente se comunique bien, y estamos dispuestos a ayudar con lo que sea: rotuladores, aerosoles, cinceles, y con bofetadas, si es preciso”, relatan en su presentación. Y en su primer post siguen la misma línea: “¿Vives o estás de paso por Madrid? ¿Has visto un rótulo, señal o texto expuesto públicamente con faltas de ortografía? ¿Dejarás pasar tamaña ignominia teniendo ese grueso rotulador indeleble o ese ‘spray’ en el bolsillo? ¡Claro que no! Crea un mundo mejor, más risueño y mejor comunicado (…)”.
El grupo niega la mayor: “No recomendamos que se utilicen sprays para corregir. El vandalismo no es el nuestro, es el de ellos: el lingüístico”. Por su parte, Carlos Fernández se opone a que inciten a la gente al vandalismo. “El respeto es prioritario ante cualquier cosa”, concluye Fernández, asegurando que no le consta que se haya abierto procedimiento alguno contra Acción Ortográfica, aunque no descarta que sus movimientos sean estudiados y más vigilados próximamente.
Sin embargo, desde el colectivo aseguran que están tranquilos porque consideran que no hay motivo jurídico para ser objeto de represalia legal alguna. “Sólo son fotografías con las correcciones”, explica uno de sus representantes, pese a que afirma que también han empleado el rotulador, asegurando aun así que no han recibido quejas ni presiones de instituciones.
Autocrítica en los dos bandos
En ambas aceras, no obstante, tiene cabida la autocrítica. Acción Ortográfica admite que ellos también pueden incurrir en errores. “Hay correcciones que tienen distintas interpretaciones. Si nos equivocamos y alguien detecta algún error, es bienvenida la queja”, transmite uno de sus miembros.
Y Carlos Fernández, en representación de la Policía, no se aleja de esa línea, en su opinión “tenemos que controlar más la ortografía en escritos oficiales, es fundamental. La única excusa puede ser el contexto: en las redes sociales, soy el primero que apoya saltarse determinadas correcciones para llegar mejor a los ciudadanos”.
Anécdotas y fuerza en las redes sociales
Pero si algo deja el movimiento Acción Ortográfica son varios y muy peculiares chascarrillos. Preguntado por alguna anécdota destacada, el representante del colectivo no duda en apuntar a los errores del Ayuntamiento, los oficiales, como los más sorprendentes. Por ejemplo, explica que no utilizan tildes en los nombres de las calles o en los versos del Barrio de las Letras. “De todos modos, no actuamos sólo contra el Ayuntamiento, pese a que es cierto que son sus fallos los que más repercusión provocan en nuestros perfiles en las redes sociales”, concreta en nombre del movimiento.
Precisamente, tal y como reconocen, la fuerza de Acción Ortográfica está en las redes sociales. Son más de 8.300 los seguidores que suman entre su página de Facebook y sus perfiles en Twitter -@AcciOrtografica- e Instagram -@accionortografica-. Desde el movimiento se muestran asombrados por la gran acogida que han tenido en estos canales. “De hecho, hemos salido en más de diez medios de comunicación. Gustamos mucho”, expresan sus representantes.
En Acción Ortográfica tienen claros sus objetivos para el futuro, que no son otros, aseguran, que seguir llamando la atención sobre el descuido en la ortografía y hacer ver que no es tan complicado arreglarlo. “Queremos cambiar la actitud hacia nuestro lenguaje”, sentencian. ¿Tendrán problemas legales? ¿Conseguirán poner el punto final a la mala escritura? El tiempo lo dirá. Mientras tanto, este colectivo seguirá poniendo los puntos sobre las íes, y las tildes, y lo que sea necesario para garantizar un uso correcto del lenguaje.