Dos mundos enfrentados en la misma acera. Por un lado está aquel que nada tiene y pasa desapercibido entre la multitud. Por otro, aparece la opulencia en escena y los comercios abarrotados en busca del regalo que encuentre la sonrisa de un ser querido.
Samur Social trabaja para allegar ambas realidades a través de una labor de acercamiento con la gente que está sin hogar. Es un programa de alto nivel de crecimiento. Hasta ahora ha tenido capacidad de respuesta ante la crisis aunque para Darío Pérez, jefe de departamento de Samur Social, la crisis y la gente sin hogar no tienen una relación directa: “La crisis hace que una persona de 23 años no pueda vivir solo y tenga que vivir en casa de sus padres. La calle es un salto cualitativo en el que intervienen otros factores”.
Pérez ejemplifica problemas que tratan en su día a día: “En una ciudad como Madrid debemos cubrir todo tipo de emergencias sociales, como un anciano perdido, un menor ejerciendo la mendicidad o una mujer recibiendo malos tratos”.
El invierno es una época del año especialmente dura para la gente desfavorecida. El propio jefe de departamento de Samur Social reconoce que intensifican su labor en centros a través de iniciativas como la Campaña del Frío, iniciada el 25 de noviembre. “El frío vulnera aún más la calle”, añade Pérez.
Los objetivos de esta campaña son mejorar las condiciones de vida de los más necesitados. Para ello aumentan el trabajo con las personas más desfavorecidas, incrementando el número de plazas de acogida para garantizar una mejor respuesta a este colectivo.
El servicio municipal cuenta con una plantilla de 150 profesionales y un grupo de voluntariado que trabajan todos los días del año con el fin de cubrir todas las necesidades. Samur Social colabora con organizaciones como Protección Civil, Samur Sanitario o Solidaridad para el Desarrollo.
Esta última entidad social, nacida en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, está compuesta por jóvenes estudiantes que trabajan conjuntamente con Samur Social recorriendo las calles.
15 millones de kilos de comida en 2014
Otra de estas organizaciones que intentan reducir esa diferencia entre la población, es el Banco de Alimentos. Una fundación sin ánimo de lucro e independiente que recibe víveres de forma gratuita y los reparte a asociaciones o entidades benéficas que los hacen llegar a la gente que más los necesita.
Esta iniciativa tiene su origen en Arizona, Estados Unidos. Ante el desperdicio de excedentes que se producía en un supermercado, una mujer decidió recogerlos para aprovecharlos. La cantidad de comida sobrepasaba las necesidades de su familia, así que optó por repartirla en tahonas de su localidad. La idea creció y recibieron ayudas del Estado de Arizona. Este acto de solidaridad fue creciendo hasta que en 1987 llegó a España.
José Carrión, voluntario del Banco de Alimentos, reconoce que es una entidad en crecimiento: “El año pasado dimos 13 millones de kilos, este año 15 y el próximo esperamos dar 17 sólo en Madrid. Esto se traduce en más de 100.000 personas”.
Banco de Alimentos recibe ayuda mediante subvenciones de estamentos a nivel nacional y europeo. No obstante, encuentran dificultades. Las empresas cada vez estrechan más sus márgenes de producción, por lo que sobran menos productos. Iniciativas como la 'Operación Kilo', que se realiza en diferentes colegios y establecimientos públicos, permiten salvar ese déficit.
Aunque es una actuación que intenta ayudar a todo el mundo, siempre hay prioridades. Según José Carrión, niños y ancianos están en primer lugar: “Hay que empezar por ellos, son la gente que más atención necesita”.
Carrión lamenta que las acciones que llevan a cabo no sean suficientemente reconocidas a nivel mediático. Considera que un impulso en los medios facilitaría la labor que realizan. En este sentido, cuenta emocionado la historia de Eduardo, un voluntario de 95 años: “Colabora aquí desde el principio, viene todos los días”. Esto es una muestra de que a pesar de manejar grandes cantidades de comida, allí todos se conocen. Ya que como afirma Rafael Bittini, otro voluntario de la organización: “Somos como una gran familia, hay muy buen ambiente”
Carrión hace especial hincapié en que ellos solo son parte de un largo proceso. “Nosotros somos los canalizadores de esa solidaridad”. Los alimentos que salen de su almacén van destinados a 500 comedores sociales, como el de Patrocinio García Alonso, directora del centro Catalina Labouré.
La cara b de la Gran Vía
Este comedor, ubicado desde 2007 a las espaldas de la lujosa Gran Vía, refleja a la perfección la cercanía entre los dos mundos anteriormente citados. Se trata de un centro que reparte al mes unas 1.500 comidas. “Ayudamos a gente vulnerable y que está en la calle. Piden un alojamiento y si hay plaza se lo damos”, añade Patrocinio.
La propia Patrocinio admite que la franja de edad de sus visitantes es muy amplia, desde jóvenes hasta ancianos. Aparte del Banco de Alimentos, este comedor recibe suministro de hoteles como Meliá Madrid, Ritz o el Palace.
Este tipo corporaciones trabajan con el Samur, ya que no solo de pan vive el hombre. El objetivo común de todo este tipo de instituciones, no es otro que mejorar la calidad de vida de la gente más desfavorecida. Esto abarca desde aspectos básicos como la alimentación hasta otros más complejos que precisan de una ayuda más especializada, como el apoyo psicológico.
En definitiva, como afirma José Carrión, se trata de un problema que debe resolverse concienciando a la población. Eso sólo se puede lograr haciendo que el mensaje de este tipo de asociaciones llegue a la máxima gente posible. De este modo, cada persona podrá poner su granito de arena para hacer de éste un lugar mejor. Otra realidad es posible.