Esta celebración se asienta este día por dos razones de peso dentro de la comunidad friki: el estreno de la primera entrega de La Guerra de las Galaxias y el Día de la Toalla. En esta fecha, por el año 1977, se estrenaba el episodio IV de la saga del espacio más famosa de la historia. Asimismo, el libro de culto friki, Guía del Autoestopista Galáctico, cuenta entre sus páginas con una festividad celebrada este día llamada El día de la Toalla, que consiste en ir el día entero con una toalla a cuestas.
Germán Martínez, también conocido como Señor Buebo, teorizaba en Orgulloso de ser Friki sobre las características y definiciones que engloban al friki. En esencia, vino a compartir con el mundo que todos somos, en mayor o menor medida, unos frikis: “Todos llevamos un minifriki en el corazón como si fuera un alien”, fue su curiosa forma de decir que, aunque unos lo sean de forma más abierta que otros o muchos no lo sepan, todas personas sienten en lo más profundo de su ser una gran pasión por algo. Ya sea un libro, una película, una banda de música, la repostería, o el salto en trampolín, todas las personas disfrutan con ahínco de un hobby que puede ser o no comprendido por los de su alrededor.
¿La finalidad de este día de reivindicación? Imponerse a las risas y el bullying que desde tiempos inmemoriales han suscitado los frikis –más conocidos ahora por el término de moda nerd-. Históricamente el friki ha sido ese niño “rarito” de la clase al que le van los juegos de rol y estudia por gusto. Objetivos habituales de mofas, los frikis aprovechan este día para lucirse y restregar al mundo lo de moda que están ahora las cosas tradicionalmente nerd. Al fin y al cabo, y como decía Martínez en su libro, “cuando más friki se es, más gusta enseñarlo”.
Pero, aunque ahora todo el mundo vea películas de superhéroes y ser adicto a las series esté socialmente aceptado, hubo un tiempo en el que ser abiertamente friki no era fácil. Para este momento en la vida del friki, el Señor Buebo elaboró un símil que lo comparaba a “salir del armario” para los gays. Las figuras de acción propias de los coleccionistas más empedernidos vienen en cajas de plástico protectoras llamadas blísters, con lo cual, para un friki “salir del armario es salir del blíster”.
Han pasado diez años desde que se comenzó a celebrar este orgullo de la condición de ser friki. Con cada vez más adeptos, la finalidad del colectivo friki permanece intacta: dominar el mundo.