García Espionsa estaba reconocido como uno de los precursores del cine revolucionario, donde destacó tras la grabación de su primer cortometraje El Mégano, en 1955. En dicha obra, trabajó junto a Tomás Gutiérrez Alea ‘Titón’, Alfredo Guevara y José Massip, artistas que también colaboraron en el ICAIC.
Como una institución en el país cubano, fue viceministro de Cultura entre 1982 y 1990, tiempo en el que también dirigió el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Entre sus últimos cometidos, estuvo al cargo de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, entre 2004 y 2007.
Respetado y reconocido en el séptimo arte, el creador se había hecho con diversos premios que recogían una trayectoria impecable: en 1982 recibió la medalla Alejo Capinter y en 2004 fue Premio Nacional de Cine. Además, fue reconocido como Doctor Honoris Causa por el Instituto Superior de Arte de Cuba y por la Universidad Concorde de Canadá.
Julio García Espinosa deja un inolvidable legado compuesto por catorce obras fílmicas, además de varios documentales, donde destacan: Esta tierra nuestra y La vivienda, primeras obras documentales realizados tras ser nombrado Director de Cultura del Ejército Rebelde en 1959.