La artista y su banda estaban en Madrid para presentar su álbum debut y por ello desnudaron Tendrá que haber un camino de principio a fin. Nochecita sanjuanera, Solo tú y yo y Están bailando fueron las primeras en quedarse en cueros. Mientras Antonio Arias desgranaba Arrímate, Soleá deleitaba a toda la sala con el flamenco de sus movimientos.
Oración y Vampiro fueron dos de las más esperadas y respaldadas por el público. El tiempo y las canciones continuaron desfilando por el escenario de la Joy hasta que Esta no es manera de decir adiós convirtió a esta adaptación de Hey, that`s no way to say goodbye de Leonard Cohen en uno de los minutos más sádicos y especiales de la velada.
Dormidos de su trabajo con Los Evangelistas, Mírame a los ojos y una íntima Palabras para Julia, como homenaje a Enrique, iban poniendo el broche a la noche. Antes del “hasta siempre Madrid”, Todavía, Tonto con la colaboración de su hermana Estrella, y Dama errante con infinidad de amigos en las tablas, corrigieron la despedida haciendo de ella la mejor forma de decir adiós.
A pesar de primeros momentos en los que Soleá no hizo alarde de su potencia vocal, progresó y evolucionó hasta una segunda mitad en la que, la altura de los vellos de los asistentes, se dieron por perdidos. Tangos, sevillanas y rock son tres de la infinidad de estilos por los que divaga Morente, saliendo de todos ellos bien parada y elevando el orgullo de Enrique al contemplar los homenajes y señales que, desde cada esquina del escenario, le factura Soleá.