No dice su nombre real, pero podéis llamarle Lucien. Él es quien se dispone a tocar con su violín cada mañana las canciones de alguna película, que seguramente hayas visto, frente a las escaleras mecánicas en CIU. Tiene 37 años y vino a España en 2007 desde Rumanía, donde era director de coro en un conservatorio. Ahora, su arma es su violín, con la que trabaja de 7 de la mañana a 3 de la tarde, y en varias estaciones de metro como Moncloa o Alonso Martínez.
Su sueño es volver a trabajar en su país, aunque quizás con otro instrumento: "Me gusta la trompeta porque es muy grandiosa, el arpa porque es íntima y el piano por su complejidad", explica.
Un estudiante de Enfermería de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Javier Marín, pasa por enfrente de él muchos días: “Me gusta que esté en el Metro porque me alegra las mañanas. Toca una música muy bonita con su violín, te llama la atención y te hace sentir bien”, afirma.
La música puede ser un mero entretenimiento, pero además "una medicina para olvidar el sufrimiento", dice Lucien un poco cabizbajo. En ese momento, recuerda a su hijo, quien está más lejos de lo que a él y a su esposa les gustaría. "La fe en Dios ayuda, pero también es muy importante la música. Sirve de terapia", continúa diciendo.
Otra estudiante de Periodismo, Andrea Nénic, coincide con Javier: “No he hablado con él nunca pero siempre que alguien pasa y se le queda mirando, él saluda con la cabeza. Da gusto que sea tan simpático y que toque tan bien”.
Existen distintas clases de música en función del tipo de persona. No hay que "escuchar sólo música triste o música alegre", explica Lucien, y define la música como una especie de "educación" que sirve para tres cosas: “El intelecto, el corazón y el cuerpo". El violinista por excelencia de Ciudad Universitaria confiesa que la música que más le gusta a la gente es la que se centra en el cuerpo, por el ritmo para bailar; aunque él prefiere autores barrocos, como el italiano Vivaldi o el alemán Bach.
En junio, cuando acaban las clases, puede que regrese a Rumanía y ya no sabe si volverá. Aun así, tiene a España en alta estima y afirma que nunca ha tenido ningún problema con la Policía porque no molesta a nadie. "El pueblo español, es un país bueno, tiene buen corazón", dice con gran gratitud.
Lucien no es el único que se gana la vida con la música en las distintas estaciones de Metro de Madrid. Aleksy, polaco y con 56 años de edad, suele cantar acompañado por un armónica, en las estaciones de Gregorio Marañón y Nuevos Ministerios. Lleva poco tiempo en España y parece un hombre de pocas palabras, pero puede que sea por sus dificultades con el idioma: “Yo aquí trabajo. Mucho tiempo, poco dinero. Pero bien”.
También hay varios músicos y cantantes de amplia trayectoria profesional que empezaron a dar sus primeros pasos entre los vagones de metro antes de alcanzar el reconocimiento y la fama mundial. Bob Dylan, Dolly Parton, Rod Stewart o Louis Armstrong son nombres que pueden aparecer en esa lista junto a Macaco, Justin Bieber, Camarón de la Isla o Natalia Jiménez (‘La Quinta estación’), quien ha declarado alguna vez a los medios de comunicación: ''Toqué tres años en lacalley en el metro de Madrid por una necesidad artística".