La exposición de Max Bill en la Fundación Juan March en Madrid, ofrece la oportunidad de visitar la colección de forma gratuita de lunes a domingo hasta mediados de enero del próximo año. Los cuadros, las esculturas, el diseño de revistas y libros, piezas de diseño industrial, carteles y documentos únicos, muestran la gran intensidad y combinaciones de colores del polifacético artista. Estas piezas proceden de instituciones y colecciones privadas. Además, se ha podido contar con la colaboración de su hijo, el arqueólogo y pintor, Jakob Bill. Sus obras ya se han podido contemplar en otras ciudades de España, como en Mallorca y Cuenca, en exposiciones realizadas por la misma fundación. El director de la Fundación, Javier Gomá, explicaba en la inauguración en Madrid que los visitantes no debían quedarse con la obra pictórica solamente. Además, la influencia que persiste hoy en el diseño gráfico se hace patente en la corriente de figuras geométricas.
Max Bill destacó por su faceta como artista durante toda su trayectoria. Sus comienzos en 1923, en una escuela de oficios en Zúrich, permitieron que Bill logre exponer sus primeros trabajos en 1925 en París. El artista descubrió la funcionalidad de los materiales como medios de expresión. Conocido por la manipulación de formas en la arquitectura dando lugar a un arte funcional, las reinterpreta en el ámbito pictórico con una gran carga espiritual.
Una actividad “configuradora del entorno”
El suizo entiende el arte como “actividad configuradora del entorno” que se conforma de tres variables; las formas, las funciones y la belleza. Cada proyecto debía ser armonioso, cuyo lenguaje fuera a su vez, básico y práctico, fin social. En su obra pictórica, el artista se centra en el “arte concreto” caracterizado en las formas geométricas y colores, cuyos procesos eran industriales, propio del siglo XX. Su gran dominio de la técnica hace que en los cuadros de esta exposición no haya una diferencia visual en cuanto a la variedad de instrumentos empleados. Lo más curioso de este ámbito artístico, es el uso que hacia Max Bill de la cinta de carrocero para trazar las líneas de sus cuadros.
“Max Bill entiende que puede utilizar los procesos matemáticos para elaborar obras como las que estamos viendo", aclara la guía de la exposición. El motivo por el que creía que las cosas eran bellas, era porque se le podían aplicar leyes matemáticas. En cuanto a la originalidad de la posición de sus cuadros, trata de darles movimiento, junto al color, el cual emplea para provocar distintas sensaciones. De esta manera, los picos quedan situados en los extremos, superando la obra de arte tradicional.
En la visita se pueden apreciar espacios creados por el artista a través del diseño industrial, cuyas piezas fueron creadas en la escuela que inauguró en la localidad de Ulm, en el año 1951, tras la II Guerra Mundial. Ello provocó que los principios en los que están fundamentadas sus bases ideológicas sean parecidos a las de la escuela Bauhaus. Por lo que el artista entiende la belleza según su practicidad, economía de materiales y la realización de las piezas mediante procesos industriales. Lo aprendió de uno de sus profesores de la Bauhaus, Josef Albers. Como se puede comprobar en la exposición, los conocimientos adquiridos durante su época de aprendiz en la escuela alemana marcan su carrera artística, en cuanto a los colores, las ideas y la forma de escribir en sus diseños gráficos.
Max Bill ha sido una gran influencia tanto en España como en Latinoamérica. Tuvo la ocasión de exhibir su obra en una exposición llamada América fría, desde 1934 hasta 1973. En 2005 se pudieron ver sus exposiciones en KunstMuseum o en Haus Konstruktiv, en Suiza, y en 2008 con motivo de su centenario.
La Fundación Juan March ha querido realizar esta exposición para ofrecer al visitante una visión distinta y renovadora de su obra. Esta colección brinda la oportunidad de disfrutar del arte, para los amantes del mismo como para los que no. No se la pierdan, no les dejará indiferentes.