Pero, ¿qué pasa cuando atravesamos los Pirineos, cuando “cruzamos el charco”, o si cambiamos de hemisferio? Nos daremos cuenta de que, si bien en cualquier lugar del mundo la Navidad mantiene ese espíritu festivo, acogedor y familiar que todos conocemos, las costumbres y tradiciones no son las mismas en todas partes.
Para empezar, la ornamentación de las casas no es siempre igual. Los elementos más modernos y universales, como son el viejo y entrañable Papá Noel o el árbol de navidad, conviven en España con los más arraigados: los belenes y nacimientos. Suelen colocarse en las casas y también en las calles o Iglesias. Esta tradición la comparten otros muchos países de Latinoamérica y Europa, siendo los de Polonia los Belenes más peculiares, al ser los únicos que incluyen títeres. En Polonia, en el pesebre suele haber un pequeño escenario teatral donde se representan escenas costumbristas.
Además, no todas las ciudades se visten de Navidad de la misma forma. En Alaska, por ejemplo, ponen piñas a la entrada de las casas en señal de hospitalidad, mientras que en China estas se cambian por linternas o flores de papel. Si viviéramos en Inglaterra, colocaríamos muérdago debajo de las puertas para que las parejas que pasasen por debajo se besasen.
Sin embargo, si nuestro destino navideño es México, es probable que nos encontremos con la Posadas, esto es, grupos de mariachis que van tocando de puerta en puerta. Si por el contrario decidimos viajar a Tailandia, disfrutaremos de un gran desfile de disfraces en el que reparten regalos y juguetes a los niños. Y otra cosa: creed a quien os cuente que una vez fue a Roma en Nochevieja y, al llegar las doce, vio cómo trastos viejos empezaban a volar de las ventanas a hacia la calle. Ahora está prohibido, pero durante muchos años fue una tradición, allí y en Nápoles.
Pero no solo cambia la decoración, también varía lo que comemos. No hace falta mencionar cuáles son las comidas imprescindibles en España, basta con pasar hoy mismo por el mercado y comprobarlo: mazapanes, turrones, polvorones, alfajores, y por supuesto, el Roscón de Reyes. Sin embargo, estos cambiarían por un Christmas pudding (normalmente de ciruelas), si estuviéramos en Inglaterra o cola de mono si nos encontrásemos en Chile. Nuestros vecinos portugueses suelen tomar guiso de bacalao, y en Italia, no pueden faltar unas buenas lentejas para despedir el año.
Finalmente, también son distintos los personajes a los que niños y mayores piden sus regalos en estas fechas. Al fin y al cabo, los Reyes Magos, sin contar los pajes, son solo tres y el mundo es muy grande, así que, mejor dividir el trabajo. Melchor, Gaspar y Baltasar hacen su reparto por España, algunos países de Europa y también de Latinoamérica, pero comparten oficio, aunque no siempre calendario laboral, con otros personajes mágicos.
En Italia los niños se duermen el 5 de enero esperando que la Bruja Befana les deje los juguetes que han pedido. Ella lo hará si han sido buenos, si no, les dejará carbón. En Holanda, los pequeños tienen marcado en su calendario el 5 de diciembre, porque será el día en que descubran los regalos que les ha dejado el anciano Sinterklaas (San Nicolás), que viaja desde Madrid hasta allí en su barco de vapor. En Alemania se encomiendan a Christkind, una figura alada, y en Islandia son 13 simpáticos duendecillos llamados Yulemen los que el 12 de diciembre decidirán qué niños han sido buenos y cuáles no tanto. En el resto del mundo, como sabemos, otra de las figuras más pluriempleadas es Papá Noel, donde en según qué países también se le conoce por Santa Claus, “El viejito Pascuero” en Chile, “Colocho” en Costa Rica o “Ded Moroz” en Rusia. Sin olvidar el nombre que le dan en su país de origen, Finlandia: Joulupukki. Y es que, para quien no lo sepa, el hombre que cada año se cuela por las chimeneas de las casas para dejar regalos a los que allí viven, es de un pueblecito llamado Rovaniemi, y allí tiene su casa, que incluso se puede visitar.
En definitiva: el mundo es tan diverso como extenso, tan distinto como asombroso, tan original como sorprendente. Y así lo es también, la Navidad. Pero siempre, en cualquier lugar, estas fechas tienen un ingrediente común que las hace las más familiares del año, las más alegres si hay niños en casa, o incluso las más tristes cuando se echa de menos a alguien.
En cualquier caso, y estéis donde estéis: ¡Feliz Navidad! ¡Froehliche Weihnachten! ¡ Buon Natale! ¡Merry Christmas! ¡ Sretan Bozic!