La exposición transcurre en un ambiente envolvente en el que el espectador se sumerge en los diseños de Gaultier. Durante la muestra incluso los modelos cobran vida: al tiempo que nos entretenemos observando un impactante vestido con motivos religiosos, nos asustamos al ver que el maniquí habla, sonríe o incluso nos guiña un ojo. Hasta el propio Gaultier está presente en la exposición, recibiendo a los visitantes en varios idiomas, y en un momento, y casi sin quererlo, se define: “quiero ser entendido a través de mi ropa”.
Pierre Cardin, quien contratase a Gaultier como ayudante, opinaba que uno se convierte en creador cuando, aún sin haber visto el autor de una obra, el público sabe de quién es. Y este es, sin duda, el caso de Gaultier, porque su obra es identificable a golpe de vista, gracias a sus elementos más característicos como son la raya marinera, que hereda de Coco Chanel y adopta para siempre, ya que nunca pasa de moda. Otro de sus emblemas será el corsé, presente incluso en los frascos de perfume de sus colecciones. Gaultier, que rechaza el mito del sexo débil, reinventa este elemento que será utilizado ya no para reprimir, sino para que las mujeres provoquen y potencien su feminidad. Son memorables los corsés con pechos cónicos que Madonna utilizase en su gira mundial, la Blond Ambition World Tour, durante su archiconocida canción Like a Virgin. Gaultier, que define a Madonna como la quintaesencia del sueño americano, destaca que no hay tendencia que la Reina del Pop no sea capaz de hacer suya. Pero esta no será la única colaboración con la Ambición Rubia que podemos ver en la exposición. Si continuamos, nos sorprenderemos (y los más pudorosos quizás se trastornen) con el vestuario de la gira Confessions, totalmente inspirado en el mundo del sadomasoquismo.
Pero demos algunos apuntes biográficos de Gaultier: nace en 1952, en Arcueil, una pequeña localidad en los alrededores de París. Desde siempre se sintió fascinado por la Ciudad de las Luces y dos de los símbolos más representativos de ésta aparecerán recurrentemente en sus colecciones: el Moulin Rouge o la Torre Eiffel. Pero no sólo en París encuentra la inspiración: al llegar a Londres se siente fascinado por el punk que encuentra en Trafalgar Square, y será así como introducirá en su colección las cazadoras de cuero, las tachuelas, cremalleras, o los vestidos vaqueros y de camuflaje que dan a sus modelos un espíritu rebelde. Y de Londres, al mundo: Gaultier capta la esencia y las preocupaciones de la sociedad multicultural, proponiendo diseños multiétnicos que beben de distintas culturas del mundo y entran incluso en el reino animal utilizando plumajes, estampados de leopardo o caparazones de tortuga. Descubrimos también un guiño a España, país que le fascina y por el que reinterpretará el tradicional traje de luces del torero para adaptarlo a la mujer.
Y finalmente, pero no por ello menos importante, acaba la exposición con la unión de Gaultier con el séptimo arte. Han sido muchas las colaboraciones del diseñador con directores de cine, pero en la Fundación Mapfre han querido subrayar las numerosas que ha tenido con el que es sin duda el mayor representante internacional del cine patrio: Pedro Almodóvar. Así, veremos el extravagante vestuario de Victoria Abril en Kika (para confeccionarlo, Almodóvar le indicó que Victoria tenía que “parecer que acababa de sobrevivir a una catástrofe, pero con glamour”), o el vestido de lentejuelas con pechos y pubis con el que Gael García Bernal simulaba cantar Quizás, quizás, quizás en La Mala Educación.
Y a continuación, la joya de la corona, al menos para quien escribe: el mono en el que Elena Anaya, en el papel de Vera, se siente presa durante La Piel Que Habito. En este último film, director y diseñador, mantienen intereses muy poéticos, ya que para ambos la piel y el cuerpo son fuente de inspiración. Y es por esto que, a pesar de su sencillez, este mono que sugiere la desnudez se convierte en la pieza más radical y especial de Gaultier: en la película, el mono es el muro de contención de los músculos de Vera que ha perdido su piel, y con ella, parte de su identidad. La prenda se convertirá así en la propia piel de la protagonista. Se trata, sin duda, del broche de oro para acabar una exposición extensa, brillante, asombrosa y divertida.
La exposición de Jean Paul Gaultier, Universo de la moda: de la calle a las estrellas, se puede visitar hasta el 6 de enero de 2013 en la Fundación Mapfre (Paseo de Recoletos, 23) todos los días hasta las 20:00 horas y los domingos y festivos hasta las 19:00. La entrada es gratuita, y cuenta con servicios de accesibilidad para invidentes y personas con discapacidad auditiva.