La exposición empieza con toda una declaración de intenciones: en una sala a rebosar, y tras un cuadro de Delocroix, referente de Gauguin en su interés por lo exótico, el visitante se encuentra nada más llegar con la que probablemente sea una de las pinturas más conocidas del artista: “Parau api” (¿Qué hay de nuevo?). En ella aparece uno de los motivos más repetidos en la obra del artista: la mujer autóctona, esa que encontraba en sus numerosos viajes por el mundo y por la que se sentía fascinado. Raramente veremos hombres en los cuadros de Gauguin: al pintor, que tuvo varias amantes, le impresionaban esas mujeres maoríes que habitaban en la naturaleza a las que ve como diosas de la fertilidad, y como tales las retrata.
Los cuadros de Gauguin son un homenaje a lo primitivo, a la capacidad del ser humano de vivir en comunión con la naturaleza. Pero no son lugares que él imagina, son lugares que ve, lugares donde vive y en los que siempre quiso encontrar el paraíso. Gauguin necesitaba escapar de París, ciudad que, según decía, no era sitio para un artista pobre. Su primer destino fue Panamá, adonde se dirigió “para vivir como un salvaje”. Después vinieron Tahití, donde vivió, y la Isla de la Martinica, entre otros.
Gauguin viajó a todas esas tierras como si de una peregrinación se tratase, en busca de la Tierra Prometida. Pero el artista se deprime al ver como la colonización está destruyendo el paraíso que él recordaba y que tanto le había inspirado. Es por eso que la exposición está llena de retratos de poblaciones que viven como antes de la colonización: serán esas las escenas que más le interesen.
Cuando por fin encuentra su paraíso particular, invita a otros artistas. Para ello pinta “Venid!”, un llamamiento con el que quiere compartir con otros pintores el tesoro encontrado. Se trata de un lugar, que la colonización no ha sido capaz de destruir, del que Gauguin se enamora: “enamoraos y seréis felices”, reza una de las ilustraciones del autor.
Son varios los artistas que acuden a la llamada a través de cuadros que irán incorporándose poco a poco a la exposición. Pero ellos, que mantienen más las distancias y se involucran menos que el protagonista de la muestra, ya no buscan el paraíso en la naturaleza, sino en el interior de sí mismos.
La exposición “Gauguin y el viaje de lo exótico” podrá visitarse en el Museo Thyssen-Bornemisza hasta el 13 de enero, en horario de 10:00 a 19:00 horas. Los sábados abre hasta las 22:00 y los lunes está cerrado. El precio para estudiantes es de 6 euros.