Infoactualidad: ¿Qué significa para usted La Cubana?
Jordi Milán: Una gran satisfacción, bueno realmente no sé lo que significa exactamente la Cubana. Yo la creé como un juego y en el fondo sigue siendo un juego. En mi caso es un poco mi vida y no tendría que serlo porque la vida está hecha de muchas cosas importantes. Como dice uno de los miembros de la compañía es un conglomerado de satisfacciones múltiples. Creemos que es eso, mucho trabajo, mucha ilusión, trabajar con un hobbie, con algo que te gusta y poder vivir de ello estos casi treinta años. Lo que tiene de apasionante el teatro es que no existe nada, es un arte efímero: cuando empieza la obra no hay nada y cuando acaba sigue sin haber nada.
I:¿Cómo ha evolucionado La Cubana en estos más de 30 años?
J.M.: Ha pasado volando, todo es como de antes de ayer. Sí que ha evolucionado, sin cambiar la filosofía principal basándonos en el teatro artesanal. Pero sí que han cambiado cosas, antes lo hacíamos todo nosotros, cargábamos todo nosotros, hacíamos decorado y ahora nos lo hacen. También, antes viajábamos en tren con cajas de cartones, y ahora podemos viajar en baúles y a veces, de cuando en cuando, hasta en aviones.
I: ¿Qué tiene que tener un actor para formar parte de La Cubana?
J.M.: Antes de todo, me gusta saber porque les gusta el teatro, porque hacen teatro...Luego saber porque les gusta La Cubana, si nos conocían. Y por último saber si son observadores, curiosos, introvertidos ya que los introvertidos tienen mucho más que sacar que los extrovertidos. Deben ser personas dúctiles que les guste mucho el teatro y que tengan ese poder de observación y transformación.
I: ¿Qué relación hay con el público? ¿Qué importancia se le da al espectador?
J.M.: Es muy importante. Para nosotros, en principio, el público es la fuente de inspiración. Jugamos siempre con la misma historia: el teatro existe en la vida cotidiana. Ese teatro a veces pasa como desapercibido, pero existe y nos gusta llevarlo al escenario. Nos gusta que, cuando el público viene al teatro a mirarse al espejo, se dé cuenta que nosotros somos los actores, los transmisores pero que, en realidad, los guionistas, los verdaderos protagonistas son ellos, son el público: nos gusta que participen, se sorprendan, jueguen con nosotros.
I: ¿Cómo surgió la idea de convertir una boda en una obra de teatro?
J.M.: Bueno, realmente no es convertir. Una boda es una gran boda de teatro, es un espectáculo y se prepara como cuando se prepara un espectáculo. Yo que provengo del teatro amateur, te preparas un espectáculo medio año, un año incluso sin cenar y acabas haciéndolo una vez, una sola función. Una boda es lo mismo: te preparas para un solo día. Tiene mucho que ver, la boda sigue un guión preestablecido que seguimos y no sabemos porque lo seguimos, siempre cumpliendo unos cánones.
I: ¿Por qué debemos ver Campanadas de boda?
J.M.: Os recomiendo Campanadas de boda más que nada porque es un espectáculo divertido, te ríes mucho. Hay un mal concepto de que la risa es solo el jajajejiju y pasa rápido, pero con la risa también se pueden decir cosas, se puede hacer pensar con la ironía, la parodia y poner en evidencia muchas cosas, en este caso contradicciones sociales que cometemos todos. Es un espectáculo divertido, donde te lo pasas bien y es un poco loco, locura que es buena de cuando en cuando.
I: Recrear escenarios y momentos tan comunes para el público puede hacer pensar al espectador que a veces no se sigue el guión ¿Se improvisa en el escenario?
J.M.: No, no es así. Siempre se sigue el guión y además es una maquinaria perfecta, casi como de relojería. Y precisamente el secreto de La Cubana es hacer creer que todo está improvisado, que es un caos pero la realidad es que todo está guionizado. El actor debe hacer como que se pierde pero reconducirlo todo.
I: Hace unos días, debido a unos grandes descuentos para ir al cine, se formaban largas colas para entrar, ¿cree que eso representa un sentimiento entre los españoles de necesidad cultural? ¿Cree que es viable?
J.M.: Pues no, no es viable. Pero sí representa que la gente quiere cultura y que los precios son muy importantes, aunque todo tiene un coste claro. Yo no creo que el teatro sea caro, pero medidas como el IVA que considero una dura estocada, una estupidez, una gran equivocación nos perjudican. Yo pensé que sería una medida efímera y que rectificarían, los humanos fallamos y tenemos derecho a equivocarnos pero veo que no deben ser muy sabios y no se ha rectificado. El teatro no es solo para elites, sino para todo el mundo y se ha de conseguir que llegue a todo el mundo, para nosotros además es aquello que nos da de comer. Lamentablemente es un mundo –el de la cultura- en el que hay muchas manos, ese es el problema.
I: A lo largo de esta formación como comunicadores, muy parecida a la vuestra, parece que ambas profesiones comparten cosas. ¿ Recomendaría hacer teatro a los estudiantes de comunicación?
J.M.: El teatro, creo yo, está siempre presente en nuestras vidas, en nuestros trabajos, en la familia. Este arte nace con el hombre y morirá con el hombre, mientras exista el ser humano existirá el teatro. Yo pienso que es importante ya que todos nos ponemos la máscara y hacemos. Aprender a observar es la clave, eso para nosotros y para los comunicadores es importante. Observar lo que tienes a tu alrededor, mirarlo bien y sacar conclusiones de lo que vemos. Al público se le debe hablar con su mismo idioma, un vocabulario cercano a las personas que nosotros usamos, ese es el teatro que a nosotros nos gusta, el que se habla en la calle.