Esta vez el President ha ido más lejos que ningún otro Presidente catalán en toda la Democracia y ha abogado abiertamente por la independencia de Cataluña y por convocar un referéndum secesionista. Las reacciones no se han hecho esperar, más aún cuando Cataluña ha solicitado un rescate al Gobierno Central de 5.433 millones de Euros.
Tanto el Gobierno, como el Partido Popular y Ciutadans han tachado la propuesta de Mas de “disparate”. Mientras que en el PSOE, la reacción ha agudizado la crisis del PSC, provocando la salida del exconseller Ernest Maragall para fundar Nova Esquerra Catalana, un partido soberanista catalán.
La escalada verbal continúa en Cataluña tras las apariciones de Artur Mas en medios internacionales como The Financial Times y las declaraciones del Conseller de Interior, Felip Puig, quien dijo que “en caso de conflicto, los Mossos d'Esquadra estarán con la Generalitat si se prohibiese la consulta”, lo que provocó que el Sindicato de la Policía de Cataluña respondiese que “no son el ejército de ningún país”. Pero la polémica ha llegado a Europa.
El Vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, explicó que “la separación de parte de un estado miembro de dicho estado, supone que deja de ser miembro de la UE, al menos en una primera fase”, aunque aseguró que confiaba en que no se llegase a ese punto y pidió un esfuerzo a “todos” para reducir los problemas y llegar a un espacio de diálogo que permita resolver las dificultades.
Las declaraciones del Comisario español se sumaban a las del Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, quien apuntó que “ con la independencia, Cataluña se quedaría fuera de la Unión Europea”.
También el presidente del Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento alemán, Norbert Lammert, afirmó que “en este momento la Unión Europea no puede aceptar a más Estados, porque los países miembros aún tienen mucho trabajo que hacer en lo que se refiere a la consolidación del bloque”. De hecho, Lammert ha aconsejado que no se admita a Croacia en la UE, a pesar de que el país candidato tiene previsto convertirse en el Estado número 28 en 2013.
En el supuesto de que Cataluña se independizara de España, el nuevo Estado quedaría automáticamente fuera de la Unión Europea, así lo ha advertido también el portavoz del Ejecutivo comunitario, Olivier Bailly, quién dejó claro que si Cataluña se independiza, tendrá que "pedir la adhesión". El problema para Cataluña radica en que, según los Criterios de Copenhague, para que un país se integre en la UE, tiene que tener el voto unánime de todos los Estados Miembros y en el hipotético caso de que se produjese la votación, España impondría su rotundo “No”.
El ingreso de Cataluña en ningún caso sería automático y el proceso de adhesión sería diferente dependiendo de si la secesión es unilateral o acordada. Si la independencia es unilateral, es imposible que Cataluña se convierta en nuevo Estado miembro de la UE, ya que esta no tiene competencia para reconocer una independencia unilateral de una región que se escinde de un Estado miembro y porque España vetaría su ingreso.
Solo en caso de que no fuera una secesión unilateral, sino acordada por todos los españoles, previa modificación de la Constitución, Cataluña podría entrar a formar parte de la UE, ya que por un lado, la propia UE respetaría la secesión, al ser aprobada dentro del marco constitucional y por otro lado, el ingreso de Cataluña tendría el voto favorable de la unanimidad de los Estados, incluyendo España.
En cuanto a la ciudadanía europea, según el artículo 20 del tratado de la UE, "solo las personas que tengan nacionalidad de un Estado miembro son ciudadanos de la UE", por lo que los ciudadanos de una hipotética Cataluña independiente no tendrían la ciudadanía europea si el nuevo Estado no entra en la Unión.
De la mano de la inestabilidad política iría la inestabilidad económica. Una Cataluña independiente tendría que asumir en solitario servicios que ahora le son “gratis” como Defensa o Exteriores y además tendría que competir para financiarse como un país más, algo que le saldría muy caro ya que por poner un ejemplo, mientras que la actual financiación de España ronda el 5,5%, la de Cataluña alcanza el 12%.
La polémica secesionista surge en un difícil momento para Europa, donde Reino Unido y Bélgica sufren problemas parecidos. Destacable es que en los 3 territorios en actual tensión soberanista, esta se quiere recuperar para luego cedérsela a Bruselas.