Turquía desplegó tropas en el norte de Irak a finales del año pasado sin el consentimiento de Bagdad. A pesar de que el primer ministro iraquí, Haider Al-Abadi, haya exigido a Ankara la retirada de fuerzas de territorio iraquí, la intervención continúa.
En un primer momento, alrededor de 150 soldados y dos docenas de tanques fueron enviados por Ankara a la región de Bashiqa (provincia de Mosul y gobernación de Nínive) sin haber informado antes a Irak. No sólo el Gobierno iraquí ha exigido la retirada de tropas turcas, sino que la Liga Árabe ha apoyado a Bagdad y ha pedido que las fuerzas turcas abandonen el norte iraquí.
Las operaciones que realiza Turquía en la Coalición Internacional Contra Daesh (CICD), liderada por EEUU, son aéreas. Sin embargo, desde diciembre de 2015, Turquía intervino de forma terrestre en el norte de Irak para, según ha asegurado en varias ocasiones el presidente turco Tayyip Erdogan, entrenar a los kurdos iraquíes contra Daesh.
Desde la Embajada de la República de Irak en Madrid declaran que “esta intervención constituye una violación flagrante de la soberanía y de la seguridad de Irak, así como de uno de los principios de la Carta Magna de las Naciones Unidas”. Además, informan de que Turquía envió una delegación a Bagdad para tratar este tema, el 10 de diciembre de 2015 y afirmó estar dispuesta a retirar las tropas de Irak, pero “el Gobierno de Irak sigue esperando la retirada de dichas tropas”.
En los últimos meses Daesh ha perdido territorios iraquíes, como Ramadi, e Irak ha preparado una ofensiva para recuperar la ciudad de Mosul. José María Blanco Navarro, director del Centro de Análisis y Prospectiva de la Guardia Civil (CAP), sostiene que “Turquía aprovecha la situación de desestabilización de Irak para tener una buena posición geoestratégica en el mundo”.
En el norte de Irak se encuentran gaseoductos, campos petrolíferos y refinerías de petróleo, sobre todo en las gobernaciones de Erbil, Nínive y Saladino. El Kurdistán iraquí, compuesto por las tres gobernaciones de Duhok, Erbil y Solimania, también se encuentra en el norte del país y está luchando duramente contra Daesh.
Según Blanco Navarro, detrás de esta intervención hay una razón económica y política, la cual se debe a la energía y a la influencia sobre los kurdos iraquíes, aparte de un antecedente histórico, ya que Mosul perteneció al Imperio Otomano hasta 1918.
“Turquía viene forjando desde 2009 una buena alianza con el Gobierno autónomo kurdo de Irak”, declara el analista. En el caso de que esa alianza terminara por afianzarse supondría acceso a fuentes de energía cercana, barata y de calidad, “lo que evitaría a Turquía depender tanto del gas de Putin con el que encima está enemistado”.
Por otra parte, la alianza entre Turquía y el Kurdistán iraquí también permitiría a la primera “transportar y comerciar ese crudo hacia Europa en un momento dado porque hay gaseoductos y conductos de petróleo muy importantes”, señala Blanco Navarro.
A juicio del director del CAP también discurre una paradoja política de gran calado. Turquía tiene enfrentamientos con los kurdos turcos y con los kurdos sirios, pero la relación con los kurdos iraquíes es buena.
La mayoría de los kurdos son chiitas, pero en el Kurdistán iraquí la mayoría son sunitas, por lo que la Turquía de Erdogan(sunita) busca apoyo dentro de Irak para influir políticamente en contraposición a Irán. Además de los kurdos iraquíes, Turquía también traza alianzas con milicias sunitas iraquíes.
Blanco Navarro recuerda que los kurdos iraquíes han realizado grandes avances en su lucha contra Daesh y que ahora controlan la ciudad de Kirkuk, fuente de recursos muy importante, por lo que Turquía se va a aprovechar indirectamente de la toma de Mosul por el Gobierno iraquí para influir política, económica y energéticamente gracias a su relación con el Kurdistán iraquí y con los grupos sunitas de la zona.
La Liga Árabe ha exigido a Turquía que se retire de Irak, pero, según Blanco Navarro, Arabia Saudita con el tiempo apoyará esta intervención, debido a que representa a la rama sunita del Islam y, por tanto, tiene que construir una capacidad de respuesta frente al Gobierno chiita de Irak. Además, Arabia Saudita está molesta por la vuelta parcial de Irán a la economía mundial
Un portavoz de la Embajada iraquí asegura que Irak es un país fuerte y que resolverá esta crisis tras la vía diplomática, de hecho exigió ante el Consejo de Seguridad de la ONU la retirada de tropas de suelo iraquí. Además, agradece el manifiesto de apoyo de países como Rusia, Irán o Siria.
No sólo se enfrentan en esta intervención el mundo chiita y el sunita. Turquía es miembro de la OTAN y por tanto es aliado de Occidente. “El otro bloque de política exterior es el de Putin y el de Serguéi Lavrov (ministro de Asuntos Exteriores de Rusia) muy inteligente y brutal porque, a pesar de la crisis que tienen, Rusia es un actor internacional enorme debido a su relación con Irán, con Siria y con Irak”, afirma Blanco Navarro, que cree probable que Irak termine pidiendo ayuda a Rusia, pero no de momento, porque hay que ver qué ocurre en los próximos meses con esa posible toma de Mosul por el Gobierno iraquí.
Irak desde la caída de Saddam Hussein
Desde la invasión estadounidense de 2003, la cual causó la caída de Saddam Hussein en marzo del mismo año, Irak es un Estado muy débil. De hecho, el Estado y las Fuerzas Armadas iraquíes cuentan con tan pocos efectivos que en mayo de 2015 el primer ministro iraquí envió a milicias chiitas para recuperar Ramadi.
En la década de los 80 y a principios de los 90 el Ejército de Irak fue el cuarto más numeroso del mundo y uno de los más poderosos de Oriente Medio. Con la invasión de 2003 se produce casi un total desarme de Irak y con ayuda de EEUU las fuerzas iraquíes se están reestructurando.
Según Blanco Navarro terminar con el Ejército de Irak fue lo más sencillo de la operación de 2003. “El problema es cómo gestionar un postconflicto después de una intervención militar, es lo que vemos en muchos países”, afirma el analista.
Irak siempre ha sido un país fracturado en distintas etnias y clanes, aparte de contar con sunitas y chiitas. Esta división del país aumentó con el duro Gobierno chiita de Nuri Al-Maliki, anterior primer ministro iraquí, hacia los sunitas.
El director del CAP explica que en Irak se da el deep state (estado profundo) por parte de antiguos miembros del Partido Baaz de Saddam Hussein vinculados a Daesh y con el objetivo de volver al estado anterior. “Es cómo órganos de poder tratan de, mediante vinculaciones con elementos criminales, insurgentes o similares, llevar al país a una situación anterior”, dice el analista. Esta figura se ha dado en países como Turquía o Argelia.