El bombardeo se produjo sobre el campamento de Kamunia, en la provincia de Samandra, una zona eminentemente rural donde muchos de los refugiados habían huido de los ataques de la zona del Alepo. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó de que la mayoría de las víctimas eran niños y mujeres. Así mismo, también apuntó que la cifra de muertos en el campamento podría subir al haber un alto número de heridos.
Este incidente se produjo un día después de que Estados Unidos y Rusia negociaran un alto de fuego en el Aleppo, la zona más afectada por la guerra en Siria. Sin embargo, dicho acuerdo no involucraba a la zona de Idlib, controlada por la oposición y donde se produjo el ataque.
El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, lo condenó diciendo que no había ninguna excusa justificable para llevar a cabo un ataque aéreo contra civiles. Añadió que no había aviones de Estados Unidos o la coalición operando en la zona.
La justificación de la presencia militar se ha atribuido a la presencia del Estado Islámico (EI) y otros grupos terroristas de la zona, ya que dentro del acuerdo de cese de hostilidades, auspiciado por la ONU y patrocinado por Estados Unidos y Rusia el pasado 27 de febrero, los territorios controlados por estos grupos quedaban fuera de estos altos al fuego.
El bombardeo no es el primero que se produce en un campo de refugiados durante el alto el fuego. La organización Human Rights Watch denunció el pasado abril el ataque de la aviación del régimen de Bashar al-Ásad a cinco campamentos de desplazados internos en las provincias de Latakia e Idlib a lo largo de la frontera con Turquía. También el EI atacó en abril varios campos de desplazados en una zona bajo control rebelde en el norte de la provincia de Alepo, obligando a sus ocupantes a trasladarse a otras instalaciones que ya se encuentran desbordadas.