Durante el pleno, el jefe del brazo ejecutivo de la Unión Europea ha alertado sobre las consecuencias que tendrá la suspensión temporal de Schengen que llevan a cabo algunos Estados miembro. Según ha indicado: "Mañana nos vamos a encontrar con que esos controles tienen un formidable coste económico, y pasado mañana nos preguntaremos para qué sirve la moneda única".
La ONG Médicos sin Fronteras, una de las más activas en ese asunto, ha presentado hoy un estudio demoledor: la UE ha fallado "catastróficamente", según lo calificaba el texto, a la hora de dar una respuesta a la crisis de refugiados. Por su parte, las políticas de reubicación de los refugiados no han obtenido el resultado esperado. Tan solo se ha conseguido distribuir a 272 refugiados de los 160.000 que acordaron y los más de millón y medio que han llegado.
Europa ya presentó medidas
A mediados de diciembre del año pasado, la Unión presentó un importante conjunto de medidas para gestionar sus fronteras exteriores y así, mantener a salvo el espacio Schengen, uno de los pilares de la UE. Por consiguiente, la comisión estableció un Cuerpo de Guardias de Fronteras y de Costas Europeo. El motivo de la instauración de estos agentes fronterizos radicaba en la misión de gestionar la migración de manera más eficaz, mejorar la seguridad interna y salvaguardar el principio de libre circulación de personas.
El primer vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, explicó: "En un área de libre circulación sin fronteras internas, la gestión de las fronteras exteriores de Europa debe ser una responsabilidad compartida”. Sin embargo, el espacio Schengen ha presenciado las duras políticas que algunos Estados miembro han aplicado para contener el flujo de solicitantes de asilo.
Políticas adoptadas por los Estados miembro
Tras la avalancha de refugiados que penetró en la Unión Europea a finales del verano pasado, algunos miembros del ‘club’ de los Veintiocho, alarmados ante la situación, han ido implantando medidas de seguridad interna: desde establecer controles fronterizos hasta levantar vallas.
Hungría fue el primero, sellando la frontera a la entrada de refugiados con la construcción de una valla. Decidió que solo tramitaría peticiones de asilo a ciudadanos provenientes de zonas de conflicto y que hubieran recibido la documentación al registrarse en los puntos de entrada oficiales. Al día siguiente aplicó una legislación que criminalizaba la entrada ilegal de migrantes.
Uno de los casos más polémicos y criticados ha sido el de Alemania. La generosa acogida que impulsó la canciller, Angela Merkel, con la cual cosechó elogios en toda Europa, llegó a su fin cuando, tras recibir duras críticas del Gobierno regional de la fronteriza Baviera, reintrodujo de forma temporal los controles en su frontera con Austria a mediados de septiembre del año pasado.
Un día después, Austria siguió los pasos de Alemania e implantó controles fronterizos más estrictos. Además, desplegó el ejército para ayudar a hacer frente a la llegada masiva de inmigrantes y refugiados. En noviembre, Eslovenia comenzó con la construcción de vallas temporales en la frontera con Croacia para controlar mejor el flujo de refugiados.
Suecia, el país con más refugiados per cápita de la UE, imponía controles transitorios fronterizos contra la crisis migratoria. El primer ministro sueco en la cumbre de Malta, Stefan Löfven, suavizaba esta decisión aclarando que “no se trata de un muro. Debemos mantener bajo control la situación en nuestras fronteras. Es normal, estamos en una situación difícil”.
Estocolmo y Copenhague fueron los últimos que se subieron al carro de las políticas de control de la llegada de refugiados. En enero, Suecia estableció restricciones en su frontera con Dinamarca. Ésta, a su vez, temerosa de que quedaran atrapados en territorio danés los peticionarios de asilo en tránsito que entraban desde Alemania y fueran rechazados en Suecia, anunció controles inmediatos en su límite con Alemania.
Este panorama ha abierto una fractura entre este y oeste, con varios países del bloque oriental que se niegan a acoger refugiados. Mientras tanto, la parte occidental de Europa empieza a mostrar debilidades, pues el partido liderado por Ángela Merkel sigue cayendo en picado en las encuestas. Merkel tendrá dificultades para resistir la presión.