La propuesta del primer ministro británico de bombardear Siria ha sido aprobada por el 60% del Parlamento y un 40% de parlamentarios en contra. En la sesión se enfrentaron los Laboristas y los Comunes, y los propios parlamentarios dentro de sus partidos. Cameron declaró que “no es hora de sentarse y esperar”, después de haber calificado como “simpatizantes de los terroristas” a aquellos que se oponían a los bombardeos en sesiones anteriores.
En la misma madrugada en la que se aprobó el ataque, aviones británicos comenzaron a bombardear posiciones del Estado Islámico en Siria. Dicho ataque es el primero de una larga operación que como ha declarado el ministro de Defensa Michael Fallon “no va a ser corta”.
El argumento más importante de la oposición a los bombardeos se centraba en la inseguridad de tener como aliados a los rebeldes sirios. “No digo que esos 70.000 sean los aliados ideales, hay de todo”, aseguró Cameron, quien continuó adelante con su plan. Por su parte los Comunes comparan la lucha contra el yihadismo con la lucha que se libró contra el nazismo, como señaló la portavoz de Exteriores Hilary Benn.
La población inglesa es, en estos días, un reflejo de la brecha del Parlamento. Según una encuesta de The Times menos de la mitad de los ingleses están a favor de los bombardeos aprobados, bajando de un 59% a un 48% los partidarios de la intervención respecto una encuesta anterior a la aprobación del ataque. La oposición ha subido de un 20% a un 31%, habiendo un 21% de indecisos.
La laborista Margaret Beckett apeló a la conciencia de los parlamentarios: “¿Cómo nos sentiríamos si los ataques hubieran sido en Londres y Francia se negara a ayudarnos?”, sentenció. Por su parte, el presidente estadounidense, Barack Obama, aplaudió la decisión del Parlamento británico.