Una de las naciones que, de acuerdo con el Banco Mundial, se encuentra entre las más pobres del mundo, Nepal, ha sufrido en menos de un mes dos fuertes seísmos que se han cobrado miles de vidas. El número de muertos superó los 8.000, la cifra más alta de la historia del país asiático. Un seísmo que no solo ha castigado a Nepal sino que también ha causado muertes en los países vecinos como India, China o Bangladesh.
Las primeras semanas, las portadas se llenaron de escalofriantes imágenes de lo que las autoridades del país calificaron como “el desastre natural más mortífero”. Sin embargo, el terremoto de Nepal ha dejado de ser noticia en la prensa internacional.
El terremoto ha sido devastador para los nepalíes, que han visto cómo en este tiempo han ido aumentando las cifras de víctimas entre muertos, heridos y damnificados. Los temblores de la tierra han marcado un antes y un después en todos los ámbitos de la vida del país.
A lo largo de estas semanas el país ha experimentado el dolor de familias enteras por la desaparición de seres queridos, la destrucción de miles de hogares y ha afrontado la necesidad de una asistencia humanitaria básica para toda la población.
Ante esta situación, el mundo entero se conmocionó y se volcó con un drama provocado por la naturaleza y que puede repetirse en cualquier momento.
El temblor del suelo abatió gran parte del patrimonio cultural nepalí, que sufrió daños que, según los expertos, serán irreparables en muchos casos. Las distintas réplicas de este terremoto han dejado a muchas calles y edificios destrozados. Es el caso de la plaza Basantapur Durbar de Katmandú, de la torre de Dharahara o del templo de Manakamana.
La situación humanitaria y la solidaridad internacional
“La población nepalí se ha estado enfrentando a una situación catastrófica”, explica Ajit, miembro de una asociación de la India. Los hospitales no pueden atender a todos los heridos y no disponen de suficiente suministro para todo el que lo necesita. De hecho, según explica el joven activista, la población se está enfrentando a una situación de escasez de agua y corte de suministros y servicios.
Según las Naciones Unidas, más de 3 millones de personas necesitan asistencia humanitaria. Una asistencia que llega desde distintos rincones del mundo. Los países más próximos a Nepal como India, China y Japón fueron los primeros en llegar al territorio para ayudar tanto en la operación de rescate como en el reparto de ayuda humanitaria. Enseguida se sumaron Estados Unidos y gran parte de los Estados europeos, entre ellos España.
Éxodo masivo en búsqueda de un refugio
El éxodo es masivo en Katmandú, donde los supervivientes forman largas colas para abandonar el país y buscar refugio. Uno de los primeros países de destino es la India. “Los que no tienen a dónde ir, han estado en campamentos y poco a poco han ido volviendo a sus casas, aunque acompañados del terror y la incertidumbre ante la posibilidad de que se produzcan nuevas réplicas”, afirma Ajit.
El gobierno Nepalí explicó que, a partir de ahora, los esfuerzos se centrarán en la atención a los heridos y el reparto de agua y comida. El rescate de los cadáveres ya no será la cuestión más importante. La cifra de los damnificados comprende un tercio de la población y muchos, explica el joven hindú, “están tirando de sus ahorros porque lo han perdido absolutamente todo: sus negocios, su trabajo y sus casas. Y la ayuda sigue siendo insuficiente”. Subraya, además, que la situación en las aldeas más remotas es mucho más complicada y difícil de asistir.
La orfandad de la infancia
Toda la población ha sufrido a causa del terremoto, pero en especial lo han hecho los niños y niñas cuyos padres han perdido la vida. “Se encuentran en un estado de conmoción profunda y carecen de acceso a los cuidados básicos”, expone UNICEF en un comunicado de prensa. La Organización Internacional dependiente de Naciones Unidas explica que son los más vulnerables a contraer enfermedades infecciosas y los más expuestos a las amenazas de deslizamientos de tierra e inundaciones.
“El terremoto ha provocado una destrucción inimaginable”, asegura Rownak Khan, representante adjunto de UNICEF en Nepal. “Los hospitales están desbordados, escasea el agua, hay cuerpos todavía enterrados bajo los escombros y la gente aún duerme a la intemperie. Es un caldo de cultivo perfecto para las enfermedades”, explica.
UNICEF puntualiza que Nepal es un país donde casi el 40% de los niños sufre retraso en el crecimiento. Por lo menos 15.000 niños con desnutrición requieren alimentación terapéutica. Consideran “urgente que los niños de los 12 distritos más afectados vuelvan a su rutina normal mediante la creación de espacios amigos de la infancia, la reapertura de escuelas y el acceso a los servicios básicos, como la salud y el agua”.
Aquellos huérfanos que no están tutelados son “los que más riesgo corren de sufrir tráfico de menores”, declara Virginia Pérez, responsable de Infancia en Katmandú. Se teme que el desconcierto provocado por los terremotos, unido a la pobreza del país, tenga como consecuencia un repunte de la cifra de pequeños robados por las redes mafiosas.
Miles de familias estaban en una situación de vulnerabilidad y precariedad ya antes del terremoto y, ahora, sus condiciones de vida han empeorado aún más. Aunque, como expone el mandatario del país Koirala, “la gente sigue durmiendo a la intemperie bajo la lluvia”, lo cierto es que Nepal ha dejado de formar parte de la actualidad internacional. Por este motivo, han surgido iniciativas como la llamada Al servicio de la vida, de la ONG Delwelde, que busca colaboración bajo el lema “Nepal ya no es noticia, pero siguen necesitando tu ayuda”.
En definitiva, el terremoto de Nepal se ha cobrado miles de vidas y ha acabado con las esperanzas de un país subdesarrollado. Sin embargo, y aunque la situación sigue siendo dramática, la sociedad internacional y los grandes medios de comunicación occidental ya han dejado de prestar atención a lo que ocurre en la nación asiática.