Casi seis años, desde septiembre de 1939 hasta mayo de 1945, fue el tiempo durante el que Europa se vio sumida en el conflicto más devastador de la Historia. La Segunda Guerra Mundial se cobró la vida de millones de personas y marcó un antes y un después en las relaciones entre los países del continente.
La contienda culminó con el suicidio de Hitler y la posterior rendición del ejército germano, acontecimientos que confirmaron la victoria de los Aliados. Gran Bretaña, Alemania, la Unión Soviética, Italia y Francia: cinco naciones que representan cinco formas diferentes de vivir los últimos días de la guerra.
Reino Unido: celebraciones a pesar de la miseria
Tras los potentes ataques aéreos del Reino Unido en territorio germano, el 4 de mayo de 1945 las fuerzas alemanas del noroeste se rindieron ante el mariscal británico Montgomery. El 8 de mayo (conocido como VE Day), el entonces primer ministro, Winston Churchill, anunció formalmente la victoria de los Aliados y la derrota de la Alemania nazi. Ese fue el día en que los británicos salieron a las calles a celebrar la liberación de Europa.
Bernard Doogan, ciudadano británico que vivió el final de la guerra, explica que, en Londres, fue un día de júbilo en el que se organizaron fiestas y bailes en las calles. La liberación de las Islas del Canal cobró una especial importancia, pues fue la única parte del territorio británico invadida por el Tercer Reich de Hitler.
Sin embargo, las celebraciones fueron muy cortas, pues el país se encontraba en quiebra y sumido en la miseria. “Churchill había advertido de que, una vez finalizada la contienda, llegaría otra etapa muy difícil”, declara Doogan. En mayo de 1945 el suministro de alimentos era escaso y se encontraba en vigor un estricto racionamiento de la comida.
De la fidelidad de los alemanes al suicidio de Hitler
Uno de los últimos días de la Batalla de Berlín, en abril de 1945, Adolf Hitler se suicidó. La caída del Führer alemán supuso un antes y un después en la contienda: la victoria de las tropas aliadas.
Poco tiempo antes del suicidio de Hitler, muchos alemanes comprendieron que habían perdido la batalla. Trataron de escaparse, entregarse a las tropas estadounidenses o británicas, e incluso algunos huyeron de Alemania hacia países de América Latina, disfrazando su identidad.
La sociedad de la Alemania nazi fue fiel al régimen en sus comienzos: “Hitler había logrado un apoyo amplio de la sociedad alemana: el caos económico había terminado, se había recuperado el empleo, etc.”, señala el profesor de Historia de la Universidad Complutense de Madrid, José Antonio Sánchez Román. Sin embargo, con el avance de la guerra la confianza se fue perdiendo.
La consolidación del mito ruso
La Unión Soviética salió de la contienda como una de las primeras potencias mundiales. Consolidó un inmenso y moderno ejército. Las consecuencias de esta guerra devastaron el país que ha sufrido daños irreparables en su infraestructura. Veinte millones de muertos, sumados a casi catorce millones de soldados y más de seis millones de civiles, además de la destrucción de un 30% del patrimonio cultural, fue el precio que pagó la URSS por esta victoria.
Las consecuencias de la guerra en el frente soviético no fueron las mismas en todas las regiones del país. Así lo explica el sociólogo ruso y director del Instituto de la Globalización y Movimientos Sociales de Moscú, Borís Yúliyevich Kagarlitski, quien también señala lo paradójico del “entusiasmo real” de la población al término del conflicto. “La guerra dio lugar a la movilización ascendente de las masas pese a al elevado número de víctimas”, afirma.
A juicio de Yúliyevich, la Segunda Guerra Mundial fue un acontecimiento crucial en la creación de una nación rusa moderna. De hecho, apunta el sociólogo, sigue siendo un mito muy consolidado entre la ciudadanía del país.
El partisanismo, fundamental en la derrota del fascismo italiano
Italia había sido dividida en dos tras el desembarco Aliado en el año 1943. El sur del país era controlado por el ejército norteamericano, mientras que en el norte fue establecida una república satélite controlada por la Alemania nazi.
Fue en la zona más septentrional donde se desató una guerra civil entre las fuerzas fascistas y las milicias partisanas locales, cuyo papel fue “crucial”, según explica Sánchez Román. Sin embargo, el profesor subraya que “tardaron en surgir” como consecuencia de la capacidad de Mussolini de “silenciar a la oposición”.
Su acción bélica y el avance de las tropas estadounidenses hicieron que el territorio controlado por el ejército germano se redujera en la primavera de 1945 a las regiones alpinas. Los alemanes fueron expulsados de las principales ciudades del norte de Italia a finales de abril. En ese mismo mes, Mussolini fue capturado y fusilado por los partisanos comunistas cuando trataba de escapar a Suiza.
Castigos, humillaciones y cambios políticos en Francia
Todo el territorio francés había sido prácticamente liberado durante el año 1944. La toma de control por parte de las tropas Aliadas supuso el castigo de los crímenes de guerra y la colaboración con los alemanes. Este proceso se llevó a cabo a través de los tribunales ideados por el General De Gaulle.
“Tras la liberación de Francia, una limpieza salvaje se cobró la vida de miles de personas. Las mujeres que habían dormido con alemanes fueron humilladas en público y violadas”, explica la ciudadana francesa Jeanne Marie Lintot, cuyos abuelos vivieron el conflicto bélico. Además, explica que se empezó a castigar a empleados y que, en última instancia, estas represalias afectaron a algunos funcionarios y líderes empresariales que habían trabajado con Alemania.
El final de la guerra también trajo consigo lo que, a juicio de Lintot, fueron “cambios políticos muy importantes”. La falta de éxito e independencia del régimen de Vichy dio lugar a una fuerte pérdida de poder de la derecha una vez finalizó la guerra. Tras la contienda, los franceses sustituyeron la III República por la IV y la autoridad gala en las colonias de África y Asia se vio muy debilitada.
Cada nación afrontó de forma diferente aquellos días de la primavera de 1945. Sin embargo, existe un denominador común a todas ellas: el dolor por las víctimas y el irreparable daño causado por el conflicto. Hoy, cuando se conmemoran los 70 años del punto y final a la pesadilla, Europa puede mirar atrás con el orgullo de haber cambiado las armas por la construcción de un proyecto político común.