¿Cuáles son los factores que están contribuyendo a generar el conflicto en Mali?
Existen hoy día cuatro elementos que desestabilizan el país: una crisis política generada tras el golpe de estado, la rebelión de los Tuareg y poblaciones descontentas en el norte del país, el aprovechamiento por parte de Al-Qaeda en el Magreb Islámico y los grupos extremistas islámicos, además de las profundas y dramáticas consecuencias humanitarias que han seguido a estos desarrollos.
¿Cómo se ha desencadenado esta situación?
Mali era un país democrático, aunque gobernado por una débil élite que no facilitaba el desarrollo económico y social. Un sistema que desfavorecía el norte del país, dominado por los Tuareg, y donde existía una insurgencia de bajo perfil. La caída de Gadafi en 2011 permitió el acceso a una gran cantidad de armas libias descontroladas y la insurgencia Tuareg se transformó en una rebelión bien armada que Bamako no pudo contener.
¿Cómo se han hecho los grupos armados con la zona norte del país?
Los Tuareg, liderados por el Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA) y su escisión yihadista Ansar Dine, echaron a las fuerzas malienses del norte del país a principios de este año. A ello se sumó en marzo un golpe de estado para derrocar al gobierno, detrás del cual había sobre todo descontento de una parte del ámbito militar. Un vacío de poder al que se ha ido sumando la situación del norte del país, que se ha ido ha complicado en términos de seguridad donde los islamistas radicales –tanto los sectores de los Tuareg que abrazan dicha manipulación del Islam como los terroristas de Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI) – van imponiéndose sin encontrar resistencia.
¿Los conflictos cómo están afectando a la población?
Hay un problema humanitario y una crisis de refugiados que afecta a Mali y a los países de la región, cuya situación tampoco es de bonanza. Alrededor de 250.000 malienses han cruzado las fronteras, y más de 174.000 se han desplazado internamente. A esto hay que añadir una creciente inseguridad alimentaria como consecuencia de la sequía que azota a la región del Sahel. Alrededor de 4,6 millones de personas a lo largo de todo Mali están en riesgo de seguridad alimentaria. La paralización del gobierno de Bamako como la dominación yihadista en el norte no facilita la llegada de la ayuda.
¿Cómo cree que se podría acabar con los grupos extremistas en la zona?
La situación es extremadamente complicada sobre todo por las características geográficas de esta región, y por la porosidad de las fronteras que lleva a una falta de control de estos grupos. Se suman además los tráficos ilícitos en la región y de los que algunos de los grupos son partícipes. Es fundamental el compromiso de todos los países en la región, sobre todo de Argelia, para cualquier tipo de acción para la lucha contra los radicales islámicos. A partir de ahí, y dado que ningún país occidental va a querer poner un militar en el terreno no boots on the ground podría esperarse algún tipo de ataque quirúrgico con aviones no tripulados, y en este caso las capacidades las tienen los norteamericanos y los franceses. La posibilidad de que una fuerza africana sea desplegada -algo en lo que la comunidad internacional está actualmente trabajando- está aún lejos de producirse pues ello requiere la llegada del material, la formación de las fuerzas, y mucho apoyo occidental.
¿Cree que las ayudas internacionales están siendo las correctas?
Hoy en día existe un consenso en la comunidad internacional - EEUU, Francia, y la UE , y por otro lado la Unión Africana y la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDEAO)–, materializado en una reunión en Bamako hace pocas semanas, de que hay que hacer algo en Mali. Por lo tanto aún se están dando los primeros pasos, donde la coordinación de los esfuerzos para abordar la crisis de Mali es muy difícil y lenta, a lo que se suma la situación económica en occidente que tampoco es la mejor para lograr un fuerte compromiso.
¿Cuáles son los pasos que deben dar estas ayudas internacionales?
Ese compromiso debe, en primer lugar, ayudar a restaurar la legitimidad democrática del Gobierno y en esta línea se deberían realizar unas elecciones democráticas en abril del próximo año, y para todo esto es necesario el apoyo internacional. En segundo lugar, ayudar a que se alcance un compromiso diplomático con los Tuareg y demás poblaciones desafectadas en el norte, y en este aspecto juegan un papel primordial los actores y organismos africanos. Sin un compromiso político de todas las poblaciones en el norte es difícil imaginarse la restauración de la integridad territorial y la extensión de la autoridad del Gobierno en todo el país. En tercer lugar, hay que luchar contra los grupos extremistas que se están aprovechando de la inestabilidad en el norte de Mali, y con ello amenazan a toda la región. Es en este aspecto donde EEUU tiene especial interés sobre todo después de que la mano de AQMI se viera involucrada en el asalto al consulado de Bengazi en el que murió el embajador norteamericano.