Durante este periodo no se podrá ver la típica estampa de turistas tomándose un respiro en alguna escalinata o sentados en alguna fuente. Ya en el 2008 se prohibió comer y beber en las calles durante unos meses y parece que el alcalde Gianni Alemanno, del PDL, ha tomado ejemplo de esta medida y mientras limpia la ciudad podrá recaudar impuestos a través de las multas en un momento de crisis económica. No ha trascendido el modo exacto en el que pueden ejercer su derecho a la multa, pero se sabe que cualquier turista que coma mientras camina, no podrá ser multado, solo cuando estén parado, sentado o de pie.
Esta ley se ha aprobado en un momento en el que los monumentos en Roma están en peligro; hace poco se dio a conocer que el Coliseo se había hundido 40 centímetros por el tráfico, y la forma en la que se conduce, hace temer por la conservación de un patrimonio tan grande y, a veces, poco cuidado. También las denominadas como “mesas salvajes”, es decir, los innumerables restaurantes, bares, terrazas, heladerias y demás lugares donde se adquiere alimentos en cada esquina están colaborando en el ruido ambiente de la ciudad y contribuyen en el ruido ensordecedor y en la suciedad de sus calles.
El local Palazzo del Freddo de Giovanni Fassi, una de las heladerías más antiguas de Italia datada de 1880 donde han comido helado, Musolinni o Hitler, ha tomado sus propias medidas ante la “ley anti-pannino” . Ha ubicado un gran espacio para que sus clientes disfruten de sus diferentes productos: helado, cafe, croissant, etc. Conocida en Italia y recomendada en el extranjero, cuenta con precios competitivos e, incluso, en el mes de noviembre efectuarán un 50% de descuento a sus visitantes. Su localizacion, Via Principe Eugenio, céntrica pero alejada del conocido como centro histórico de Roma y sus innumerables monumentos lo convierte en un local idóneo donde disfrutar de un buen postre italiano.
Uno de los encargados del negocio es Aldo Ruocco. Comenta que le parece una medida absurda que mucho tiene que ver con la ley que prohibe beber en la calle, pero tambien entiende que “ver día a día las calles llenas de basura” para los vecinos de ciertas zonas pueda ser incómodo. Cree que muchos de los turístas que vienen a Roma no respetan la higiene de la ciudad y no utilizan las papeleras para dejar los desperdicios “ bastaría con que cada uno tirase en una papelera toda la basura”, alude Ruocco. Piensa, además que la ley no se cumplirá del todo porque el turismo de terraza y de comida rápida es también un negocio por lo que “ es complicado el seguimiento total de esta ley”, termina diciendo.