Rotterdam en Holanda es sinónimo de arquitectura. Sus casi 320 km de superficie albergan diferentes edificios construidos tanto por arquitectos nacionales como internacionales. Pero no fue siempre una ciudad arquitectónica. En su nacimiento en el siglo XIII era una ciudad de pescadores. Este hecho fue el que provocó que se desarrollara su puerto, que en la actualidad es el más importante de Europa y el segundo más importante del mundo. Además, esto hizo que la ciudad aumentara su población extranjera, llegando a tener en la actualidad más de 600.000 habitantes, entre los cuales se encuentran más de 170 nacionalidades diferentes, según la Oficina de Turismo de la localidad.
Un mercado con forma de herradura
El mercado Markthall es la última construcción futurista de la ciudad. Inaugurado en octubre de 2014 y con forma de herradura, en su interior alberga desde puestos de flores y comida, pasando por tiendas de moda, un supermercado, oficinas para empresas y apartamentos hasta un parking subterráneo.
Este mercado cubierto es el más grande del país y está situado en pleno centro de la ciudad, donde se puede llegar a pie en tan sólo diez minutos desde la estación Central de trenes. Javier Rivero es un granadino que trabaja en unos de los puestos del mercado: “El mercado me recuerda a los más conocidos de Madrid y Barcelona”. De hecho, el mercado de la Boquería de Barcelona ha servido de inspiración para su construcción. Además, “con este mercado Holanda busca aumentar su turismo gastronómico, incluso se está construyendo una escuela de cocina en el interior”, comenta Annika Van Middelkoop de la Oficina de Turismo.
Justo al salir del mercado, se puede apreciar otro de los edificios icónicos de la localidad: las casas-cubo. Diseñadas por el arquitecto Piet Blom en 1984, se encuentran en la calle Overblaak. Lo que el arquitecto hizo fue girar 45º los cubos convencionales y apoyarlos sobre pilares con forma hexagonal. La parte baja correspondería a la entrada, la primera planta es el recibidor, cocina y salón, la segunda planta los dormitorios y el baño y la cuarta suele utilizarse normalmente como un pequeño jardín. Algunas de las casas están habitadas, pero existe una que puede visitarse como museo.
Tras salir de las casas cubo, el siguiente edificio que se puede ver es la denominada ‘Casa Blanca’. Construido entre 1897 y 1898, está catalogado como el primer rascacielos de Europa. Diseñado por el arquitecto Molenbroek, la ‘Casa Blanca’ mide 43 metros de alto y está repartida en diez plantas. Está abierta al público y posee algunos bares en la planta baja. Como detalle curioso, en uno de los laterales del edificio todavía pueden verse parte de los daños que sufrió durante la Segunda Guerra Mundial.
Detrás del rascacielos se encuentra el río Mosa, desde donde se puede apreciar uno de los iconos de la ciudad: el puente de Erasmo de Rotterdam. Fue inaugurado en 1996 y conecta la zona sur con la zona norte de la localidad. Su fama ha cruzado fronteras ya que incluso ha sido escenario de películas de Hollywood, competiciones aéreas de Red Bull Air Rance e incluso ha sido punto de salida del Tour de Francia en 2010.
Otro edificio emblemático es la torre Euromast. Fue diseñada en 1960 por el arquitecto Maaskant con motivo de la Floriade, la exposición internacional de horticultura. De 185 metros de altura, es posible subir hasta la cima en un ascensor desde el cual se visualiza toda la ciudad, e incluso en días despejados puede verse La Haya y la ciudad belga de Amberes. Para los amantes del riesgo, es posible bajar desde la cima de la torre haciendo rápel, el único edificio europeo que permite este tipo de descenso. Para Irina Carrillo, una turista española, “las vistas de la ciudad son increíbles desde lo alto de la torre. Merece la pena pagar los nueve euros de entrada”.
Un espacio para la cultura
Pero en Rotterdam no todo es arquitectura. Se pueden visitar dos de los museos más importantes de Holanda: el Boijmans van Beuningen y el Kunsthal. El primero alberga más de 140.000 piezas de arte, entre las que se encuentran obras de Rubens, Van Gogh, Rembrandt y Da Vinci entre otros. El segundo se caracteriza más por albergar exposiciones temporales donde se incluyen tanto arte antiguo, moderno experimental hasta fotografía y diseño.
Pero a pesar de todos estos edificios modernos, siempre queda espacio para las típicas casas holandesas y los numerosos carriles-bicis que invaden la ciudad, porque no hay que olvidar que los orígenes nunca se pierden.