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Martes, 20 Enero 2015 10:00

“Una vez erasmus, siempre erasmus”

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Se acerca el fin del cuatrimestre, y con él, la vuelta a casa de muchos estudiantes erasmus, con el final de su estancia en sus respectivos destinos. Gante, en concreto, deja muy buen recuerdo a todos los jóvenes que han habitado la ciudad durante estos meses. Los canales del río Lys, la catedral de San Bavón o la Torre Belfort pasarán a ser parte de la memoria en la mente de muchos estudiantes.

Muchos jóvenes terminan durante el presente mes de enero el periodo que muchos consideran como el más intenso de su vida. Ninguno de ellos duda en utilizar la palabra “familia” para referirse a las personas con las que han convivido día tras día durante esta experiencia.

Irene Robles, una chica del madrileño pueblo de Tres Cantos, abandona este cuatrimestre la ciudad belga de Gante que, desde septiembre, ha considerado su hogar. Ella forma parte de los más de 4.150 estudiantes extranjeros que la Universidad de Gante recibe cada año.

Según datos oficiales, dentro de Europa, los países más comunes de origen de los estudiantes del Programa Erasmus en Gante son Países Bajos, España, Alemania, Italia y Polonia.

“Llegué aquí sin conocer a nadie, sin nada”, cuenta la tricantina sobre su experiencia en Gante. “Estás perdido, y ves un montón de gente tan perdida como tú. Te juntas con ellos y poco a poco vas formando una familia”.

Por su parte, Steven Kessler, un berlinés que estudia Ciencias Políticas, afirma que ha disfrutado mucho de esta experiencia. “La parte flamenca de Bélgica es preciosa, y me ha gustado mucho conocer ciudades como Amberes, Brujas o incluso Gante”. El joven alemán destaca sobre todo los conocimientos académicos adquiridos en Bélgica, y considera que lo que más va a echar de menos es el hecho de estudiar holandés. “En Alemania no hay tanta facilidad para hablarlo, y encuentro muy divertido estudiarlo”. El estudiante afirma que, aunque le entristece dejar la ciudad, le apetece volver a su hogar.

“Me da mucha pena volver a la rutina y que se acabe esta aventura”, comparte, en contraposición, Jorge Espert, procedente de Valencia. Ha realizado en Gante su proyecto de fin de carrera de Ingeniería Industrial y destaca la increíble velocidad a la que avanza el tiempo cuando uno está de Erasmus. “Sé que todavía me quedan muchas cosas por ver en Bélgica y ya no podré visitarlas durante mi estancia aquí”, cuenta apenado, debido al escaso mes en el que deberá terminar el proyecto y volver a España.

El estudiante valenciano destaca además la facilidad con la que uno puede moverse por Europa Occidental, debido a la céntrica posición de Bélgica. “Es muy barato el transporte para los jóvenes, incluso para viajar fuera del país”. Por último subraya la facilidad con la que pudo hacerse entender utilizando el inglés en un país de habla holandesa. “Todavía no he conocido aquí a nadie que no hablase inglés”, comparte.

Sven Betje, un estudiante originario de Holanda, remarca la facilidad con la que este programa le ha permitido conocer gente. “Desde el primer momento me llevé bien tanto con mis compañeros erasmus como con los estudiantes belgas”, comparte el neerlandés. “Poniéndome sentimental diré que lo que más echaré de menos, además de la gente, son las maravillosas vistas del centro de la ciudad”, se sincera el estudiante, para quien dichas vistas han supuesto además de una alegría, un privilegio.

Sin embargo, para algunos alumnos, esta experiencia no ha hecho más que llegar a su ecuador, como es el caso de Samantha Giglio, una joven de la región italiana de Turín. “Me siento muy triste de que muchos de mis mejores amigos se vayan este cuatrimestre”, cuenta la estudiante de Literatura Inglesa. “Va a ser todo muy distinto, porque acabas adquiriendo ciertos hábitos: comes o cenas siempre con las mismas personas, y es un contacto diario al que te acostumbras”. Lo peor de “sobrevivir” a la partida de sus compañeros es que, en su opinión, cuando por fin había conocido en profundidad a ciertas personas, se marchan y ahora es el momento de volver a empezar desde cero.

Si en algo están de acuerdo todos los erasmus ganteses sin excepción, es que les ha encantado la ciudad. Todos ellos recomendarían Gante sin pensárselo dos veces como destino a futuros estudiantes del programa.

En la ciudad residen más de 50.000 estudiantes cada año, lo cual la hace un destino muy atractivo de cara a los jóvenes, con gran cantidad de actividades dedicadas a los mismos, y un significativo número de bicicletas, que representan además el símbolo de la ciudad, como un icono de la ecología. Samantha destaca la facilidad que proporciona la ciudad a los estudiantes que residen en ella, con actividades exclusivas para ellos y la cercanía entre las distintas zonas de interés.

Enero es un mes triste para muchos de estos estudiantes, que deben despedirse de la que ha sido su casa durante cinco meses. Compaginando con los exámenes finales, estos chicos aprovecharán los últimos días con sus segundas familias y muchos de ellos, a pocas semanas de su partida, ya emocionados, entonan el lema y la promesa: “Una vez erasmus, siempre erasmus”.

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