×

Advertencia

JUser: :_load: No se puede cargar usuario con el ID: 747

JUser: :_load: No se puede cargar usuario con el ID: 856

JUser: :_load: No se puede cargar usuario con el ID: 867

Jueves, 15 Enero 2015 10:00

El Imperio portugués en la ciudad de Lisboa

Escrito por 

Cuando se habla de Europa, de las grandes potencias, de la fortaleza económica, vienen a la mente países como Alemania, Suiza etc. Hoy en día las potencias europeas se encuentran en el lado frío del continente, pero hubo una época en la que los pesos pesados eran España y Portugal. Concretamente el país luso consiguió extender sus dominios en el siglo XV en Sudamérica, Oriente y África, convirtiendo esto a Portugal en una puerta para el comercio con Europa, con los consiguientes beneficios que ello supuso. Durante esta época llamada la “Era de los Descubrimientos”, el país se convirtió en un centro neurálgico a nivel mundial, lo que permitió la construcción de grandes edificios, principalmente en Lisboa. 

En el año 1755 tuvo lugar un fortísimo terremoto que devastó la ciudad la ciudad de Lisboa, comenzando así un declive que terminaría en el siglo XIX con la perdida de las rentables colonias del continente americano. Es fácil imaginar la grandiosidad de la época, observando la huella que ha quedado en la ciudad. En el año 1495 subía al trono Manuel I, también llamado El Aventurero o El Afortunado, el cual instauraría un estilo propio que extendería por todo Portugal, llamado ‘manuelino’. Las infraestructuras medievales resultaron insuficientes para las necesidades que presentaba Lisboa, por lo que llevó a cabo una reorganización urbanística. Este estilo era una reinterpretación del arte gótico tardío, a partir del estilo español.

Los dos ejemplos mas representativos de esta corriente tan característica son el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Bélem, ambos situados en la misma zona de la ciudad, próxima a la orilla del río Tajo.  A principios del siglo XVI, Lisboa ocupa el lugar de ciudades como Venecia y Génova en lo relativo al comercio de productos provenientes de la India. En palabras de Ricardo Carvalho, arquitecto muy interesado en la historia antigua de su ciudad: "En aquellos años Lisboa vivió su época de mayor gloria: el comercio con Sudamérica imprimió su huella en la ciudad a través del comercio con Brasil, y, ademá,s la relación de la corona portuguesa con Inglaterra también supuso un gran impulso. La influencia inglesa en la actualidad es muy fuerte, se puede ver reflejada en la gastronomía: los portugueses utilizamos mucha mantequilla, tenemos muy arraigada la costumbre del chá (té), además de que casi todos los portugueses hablamos fluidamente inglés".

El Museo da Cidade

Uno de los lugares de referencia para poder estudiar lo que fue la capital portuguesa es el Museo da Cidade, situado en Campo Grande. Este museo se encuentra en el antiguo Palacio Pimenta, el cual  fue construido por Joao V para alojar a su amante, la madre Paula, una monja del cercano convento de Odivelas. Este museo está actualmente regentado por monjas, las cuales se encuentran apostadas en cada esquina y sala del edificio dispuestas a ayudar a los visitantes. Una de ellas, la hermana Claudia cuenta como anécdota a los visitantes que "casi todas las personas que vienen aquí lo hacen para ver las maquetas y reconstrucción virtual que tenemos de la ciudad antes del terremoto. El Palacio Real el día del terremoto se encontraba vacío, casualmente la familia salió del centro de Lisboa debido al capricho de una de las hijas del monarca de pasar el día en el campo. Desde entonces el rey Jose I padeció fobia a permanecer en lugares cerrados".  El Museo da Cidade se puede visitar por el precio de dos euros, y muestra restos de azulejos típicos portugueses, vestigios del paso de los romanos por Lisboa, esculturas y pinturas de monarcas y políticos de épocas pasadas, y en especial representaciones y reproducciones de cómo fue Lisboa antes y después del terremoto.

Belém, Patrimonio de la Humanidad

El Monasterio de los Jerónimos es un grandioso edificio construido por el rey Manuel I en conmemoración a Vasco de Gama y a su fructífero viaje a la India, del cual volvió cargado de productos y especias, superando con mucho los gastos que supuso el viaje para la Corona. La fachada presenta rasgos del estilo gótico tardío, mientras que las capillas interiores son renacentistas. En el interior del monasterio se encuentran las tumbas de Vasco de Gama y Luis Camoes (este escritor y poeta es considerado como uno de los mayores genios de la lengua portuguesa). El interior es muy luminoso, con techos altos y muchas bóvedas y columnas: es parada obligatoria para todo aquel que visite Lisboa. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983. La localización de esta obra de arte se eligió de acuerdo al lugar donde Vasco de Gama y su tripulación fueron a rezar antes de partir hacia la India: la antigua Ermida do Restelo.Torre de Belém

Además, a pocos pasos del monasterio se encuentra otro de los grandes reclamos de la ciudad: la fábrica de los auténticos pasteles de Belem, creada en 1834 como iniciativa particular de alguien relacionado con el monasterio, y cuya receta solo conocen tres personas en el mundo. Las colas de turistas y lisboetas que van a probar los pasteles son aún mayores que las que se forman para visitar el monasterio. Los pasteles son “una delicia, en ningún sitio los hacen como aquí”, atestiguan los satisfechos turistas que salen del local. Estos pasteles, llamados por los portugueses “bolos de nata” están en todas partes, aunque son los que se venden en la Fabrica de Pasteis de Belem los únicos que se hacen según la receta secreta. El también llamado ‘bolo de nata’ consiste en un  crujiente molde de hojaldre redondo, relleno de crema hecha a base de yema de huevo y dorado en el horno. Para rematar, normalmente los portugueses espolvorean canela por encima.

Volviendo a la arquitectura, otro de los monumentos manuelinos que se conservan a día de hoy, y que supone otro gran reclamo turístico es la Torre de Belem, situada en el barrio de este nombre. Su localización, pegada al río y en la entrada de la ciudad tiene una explicación: era el edificio desde el cual se llevaba a cabo la recaudación de los impuestos comerciales a los barcos que entraban a Lisboa, además de servir con fines de defensa. Fue construida por Diego Boitaca, el mismo arquitecto al cual le fue encargada la obra del Monasterio dos Jerónimos, así que no es de extrañar que ambos presenten el mismo estilo. Tiene especial importancia una anecdótica decoración: una gárgola de un rinoceronte, la cual representa al primer animal de esta especie que llegó a Lisboa, creando gran admiración. Alfonso de Alburquerque regalo a Manuel I este rinoceronte, llamado Ganda, en 1514.

El terremoto de 1755: Una nueva Lisboa

Del siglo XVI data también el comienzo en el uso del azulejo en la ornamentación portuguesa. En Lisboa es habitual ver fachadas de casas particulares revestidas con este tipo de cerámicas. Su origen fue el motivo religioso, llamándose “azulejería de patrón”, la cual cubría por completo el interior de muchas iglesias portuguesas, aunque también era común verlos en casas. Es en el tradicional barrio de Alfama donde podemos ver mayor numero de este arte gráfico.

El Terreiro do Paço, conocido también como Plaza del Comercio fue en su día el lugar donde Manuel I estableció su palacio real, llamado en aquel entonces Palacio da Ribeira (Palacio de la Ribera).  Localizado en el estuario del rio Tajo, albergaba también la Biblioteca Nacional, que contenía una gran colección de obras de arte y pinturas de Tiziano, Rubens… El terremoto de 1755 acabó completamente con este palacio y con todo lo que él albergaba. En su lugar se sitúa ahora una amplia plaza que da al río (considerada como una de las mayores plazas de Europa), cuyo lateral esta dominado por un enorme arco de entrada al centro de la ciudad. Fue el primer ministro de aquel entonces, el marqués de Pombal, el que ordenó la construcción de la plaza del Comercio, así como la reconstrucción del resto de edificios derruidos y la reestructuración urbanística de la ciudad.

El terremoto de Lisboa de 1755 ocasionó grandes pérdidas: murieron entre sesenta mil y cien mil personas. En cuanto a daños materiales, el seísmo (catalogado como de intensidad nueve en la escala Ritcher) fue seguido por un maremoto y un devastador incendiando, que acabó con el ochenta  cinco por ciento de la ciudad, y con muchos de los símbolos de la época manuelina y del imperio portugués. A pesar de ello, la influencia de la época imperial se deja ver en el refinado carácter portugués y en la grandeza, belleza y ornamentación exquisita de los edificas que hoy llenan sus calles y que constituyen el mayor atractivo de la capital lusa. 

Visto 2226 veces

Deja un comentario

Los comentarios están sujetos a moderación, por lo que pueden tardar un poco en publicarse o rechazarse.

Buscar

@infoactualidad_

¿Qué comemos hoy?

 
Ciencias de la Información

<PRIMEROS>

Hamburguesas con patatas

Alitas de pollo

Merluza en salsa

<SEGUNDOS>

Gazpacho 

Paella mixta 

Ensaladilla rusa

  

Infoactualidad no recaba datos personales de ningún tipo, pero emplea cookies para contar las visitas. La navegación por el sitio significa aceptar este uso.