En total más de 40 mil personas de ciudades de toda Europa y Turquía contestaron sobre los servicios ofrecidos en sus respectivos lugares. En la suma general, la ciudad neerlandesa obtuvo el bronce solo por detrás de Aalborg en Dinamarca y la alemana ciudad de Hamburgo.
Esta urbe conjuga a la perfección infraestructuras modernas de los aledaños de la céntrica plaza Grote Mark, con los monumentos históricos acordes a su intenso pasado medieval. Sus dinámicas calles dejan entrever la importancia económica y comercial que la ciudad tiene para el país de los tulipanes. Además, el continuo trasiego de bicicletas atravesando los canales o aparcadas de cualquier forma y en cualquier parte han hecho que Groningen haya sido nombrada como la ciudad mundial de la bicicleta.
Ciudad universitaria, casi por definición, llena de vida. Y esta vitalidad es transmitida por los más de 50.000 estudiantes que se forman en la Universidad de Groningen y en las distintas facultades de Hanze de Ciencias Aplicadas que, además, son el destino elegido por estudiantes de todo el mundo. Irene Lodoso Torrecilla una vitoriana recién graduada en Ingeniería Biomédica ha escogida esta Universidad para realizar su Máster en los próximos 2 años. Su elección fue esta ya que allí “se ofrece una mayor ventaja en relación calidad-precio que en España” y añade que “además de ser más barato es un punto a favor en mi currículum ya aquí te preparan más en el ámbito de prácticas y trabajo en grupo”.
Para Paul Kane, londinense que disfruta de una beca del programa Erasmus en la ciudad, opina que “tener la oportunidad de estudiar en una de las 100 mejores universidades del mundo es un todo un orgullo” y tras una breve pausa añade que “no podría haber elegido mejor mi destino”. La diversidad multicultural de la ciudad no solo se deja ver entre los famosos céntricos puestos de fish and chips de la plaza central sino que las aulas universitarias constituyen un cocktail perfecto de jóvenes de todo el mundo. Como señala Astrid Graham “aquí por ser internacional no te tratan de forma especial, porque es lo normal”.
Amber Kiewiet, groningesa de corazón, lo tiene claro: “La gente en Groningen es tan feliz debido a la libertad y la armonía de sus ciudadanos”. Según la joven estudiante, la tolerancia es el punto clave por el cual la gente aquí es tan feliz. “No importa si eres asiático, homosexual, cristiano o vagabundo porque en Groningen hay un lugar para todo el mundo”. Y es que es cierto que desde el primer momento que se abren las puertas del tren en la Estación Central el ambiente rebosa gentileza. Los holandeses fieles a su cultura detallista no dejan nada a la casualidad y son muy exigentes con el trato dado a sus residentes. Tanto si vas al hospital, como si terminas una asignatura académica o simplemente realizas una actividad social casi como regla general tendrás que rellenar una encuesta con los detalles para mejorar el servicio.
La calidad de vida se palpa en el ambiente. Los tranquilos paseos matutinos por las cuidadas calles dan lugar a la dinámica vida nocturna que llevan a cabo los miles de estudiantes. El orgulloso de sentirse groningense se entremezcla con la hospitalidad dada a los recién llegados extranjeros. Y el frenético control del paso de embarcaciones y coches se diluye con la tranquilidad de los trayectos en bici. Todo unido a la gran eficacia sanitaria y educativa hacen que al igual que Amber la mayoría de los groningeneses se sientan los más felices de Europa.