La capital francesa es sinónimo de muchas palabras: glamour, cultura, modernidad,... Cuando la palabra "París" aparece en alguna conversación, sin duda suscita un interés que nunca alcanzaría con otras muchas ciudades europeas. Por ello, imaginarse vivir en la ciudad del amor transmite una fuerza de espíritu comparable con la que Eiffel contó a la hora de llevar a cabo su imponente torre. Fuerza que muchos van perdiendo a su llegada.
En París el tiempo engaña y juega a desconcertar al calendario que marca la temporada estival mientras, obstinados, los ciudadanos miran hacia arriba con la chaqueta bien ceñida rogando porque a ese cielo gris no le dé por hacer de las suyas. Sin embargo, y a pesar de todos los peros, el verano ha llegado y con él los planes al aire libre, las tardes de terraza, los paseos que no llevan a ningún lado y como no, los festivales. Festivales de música y de cine. Festivales que inundan la ciudad de París y que, en esta ocasión, serán un respiro ante tanto desasosiego por el mal tiempo al que, además de ponerle buena cara, podremos añadirle música y películas.
Cuando empiezan las vacaciones llega el momento de elegir un lugar al que escaparse. La playa es siempre una buena opción para evitar el sofocante calor que se apodera de España. Pero son muchos los que aprovechan para conocer ciudades de otros países. Una de las ciudades predilectas para muchos turistas es París. Ciudad de las luces, ciudad del amor, París ofrece un mundo de posibilidades, distintas actividades para todos los gustos.
París se convierte en la verdadera ciudad de la moda durante la conocida ‘Fashion Week’. Después de los desfiles en Nueva York, Londres y Milán, le ha tocado el turno a la capital francesa. Durante 9 días, numerosos diseñadores han vestido a la ciudad de la luz con sus propuestas para el otoño-invierno 2013-2014, entre ellos, la diseñadora española Amaya Arzuaga.
Andar por las calles de París y ver a una persona en silla de ruedas es algo tan extraño como caminar en manga corta por la ciudad de la Luz en el pleno mes de enero. Tampoco es habitual encontrarse a una persona ciega utilizando el metro de la capital francesa. La razón es simplemente la falta de medios que satisfagan las necesidades de los minusválidos.