La explosión mortal del pasado miércoles que se produjo en un vehículo 4WD cargado con explosivos, tuvo lugar cerca de un salón de belleza en un mercado en hora punta en el barrio de Ciudad Sadr, causando la muerte de al menos a 63 personas e hiriendo a más de 100.
Casi llegada la noche, otros tres coches bomba sacudieron tres áreas separadas de Bagdad, dejando 27 fallecidos. Los bombardeos se produjeron en los controles policiales de los barrios chiítas Kadhimiyah, Hurriya y Jamiyah, según fuentes policiales consultadas por Al Jazeera.
Asimismo, posteriormente se produjo a las afueras de Irak, en la provincia de Anbar, un ataque suicida perpetrado por el Estado Islámico, que causó la muerte de al menos 15 soldados iraquíes y más de 40 heridos.
Inestabilidad
“El Ejército de Irak no es una organización profesional con estándares exigentes para la promoción y desvinculado de la política; los mandos y sus unidades están alineados con facciones”, afirma el analista militar Brian M. Downing.
Los chiíes son uno de los objetivos señalados por ISIS, el grupo extremista suní que les considera herejes y que controla en noroeste de Irak y parte de Siria. Los esfuerzos del Gobierno central para recuperar ese territorio que los yihadistas ocuparon en junio de 2014, han exacerbado el conflicto entre ambas comunidades. La minoría árabe suní ve con recelo el avance de las tropas mayoritariamente chiíes y, en gran medida, afiliadas con milicias que escapan de la autoridad del Estado.