A las 18:41 horas de la tarde del domingo (una hora menos en España), un coche bomba explosionó al empotrarse contra un autobús en una parada de transporte al lado de Bulevar Atatürk, una zona muy transcurrida de la ciudad. El lugar del ataque se encuentra a unas pocas manzanas de distancia del sitio donde se produjo el atentado el 17 de febrero, en el que un grupo kurdo mató a 28 personas.
La detonación hizo que se incendiaran aproximadamente cinco coches y afectó a algunos edificios de la zona. “Todo el suelo está lleno de cristales rotos. La explosión afectó incluso a gente que se encontraba a cien metros del lugar”, explicó un periodista de Hürriyet en el lugar de los hechos.
“Estos ataques, que amenazan la integrad y unidad de nuestra nación, no debilitan nuestro ímpetu de combatir el terrorismo, sino que refuerza nuestra determinación”, señaló el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan a través de un comunicado. Dos fuentes de las fuerzas de seguridad de Turquía explicaron a Reuters que las primeras pruebas indicaban que la autoría del crimen corresponde al Partido de Trabajadores del Kurdistan (PKK) por el modus operandi.
Tras el ataque, el Gobierno se reunió de forma urgente con la plana mayor de las Fuerzas Armadas, la policía y los servicios secretos. El atentado ha puesto de nuevo a la capital turca en estado de alerta por la continuidad de los ataques terroristas en los últimos meses.