Los dirigentes de los Veintiocho mantienen una reunión en el seno de la UE para buscar el modo de administrar la crisis migratoria. Una de las opciones que barajan en la cumbre es cerrar el paso a todos los demandantes de asilo, incluidos los sirios, en la frontera entre Turquía y Grecia para poder analizar cada caso y así aceptar o no su entrada. El país contendrá el flujo a cambio de los 3.300 millones de euros prometidos y de que para octubre los turcos puedan viajar por Europa sin exigencia de visado.
El agravamiento de la crisis de refugiados ha elevado las expectativas en las negociaciones con Ankara, ya que, como ha admitido una fuente diplomática: “Ahora hay más confianza en el Gobierno turco, se ha producido un cambio de actitud”. La reunión se estructurará en dos partes: la primera con el ministro turco y la segunda entre los miembros de los Veintiocho para tratar de coordinar políticas.
La reunión se ha celebrado bajo el paradigma de una semana complicada para los derechos humanos en Turquía. La carencia de libertad de expresión se hizo notar cuando la policía turca empleó gases lacrimógenos y cañones de agua para abrirse paso en la manifestación que se llevó a cabo tras la intervención que se produjo al diario de mayor tirada del país. También se señala al país presidido por Erdogan desde la demolición del proceso de paz con la guerrilla kurdoturca.
Pese a estas acciones que atentan contra los principios básicos de cualquier democracia europea, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, opina que pese a los desacuerdos con las políticas de Turquía hay que negociar por el interés de los refugiados.