Tras las negociaciones entre la Casa Blanca y el Kremlin, el pasado lunes se comunicó que se iba a proceder a un alto al fuego que entraría en vigor a partir del 27 de febrero. La tregua podría durar hasta dos semanas mientras ambas partes respeten las condiciones pactadas. El acuerdo contempla la suspensión de los bombardeos del Ejército sirio y su aliada Rusia, la interrupción de ataques a civiles y la liberación de presos, además de permitir la entrada de ayuda humanitaria en las zonas más afectadas.
Los términos de la tregua han de ser ratificados por las partes antes del mediodía del 26 de febrero. Bashar Al-Asad se ha comprometido a respetar el alto al fuego si los opositores también lo aceptan. El acuerdo recoge la legitimación de la fuerza de manera proporcionada en caso de autodefensa y de invasión del territorio, aprovechando la circunstancia de armisticio. Por su parte, los grupos terroristas se encuentran al margen del pacto, por lo que pueden ser atacados.
El comunicado se produce después del intento fallido del 11 de febrero y de uno de los ataques más sangrientos que han tenido lugar en Damasco, con la muerte de un gran número chiíes por parte de ISIS. El alto al fuego podría suponer una señal de esperanza que sirva de precedente a una solución pacífica, favoreciendo una transición política que ponga fin a la crisis siria.
El cese de hostilidades en el conflicto sirio tiene lugar casi cinco años después del comienzo de este enfrentamiento armado en el que han muerto más de 200.000 personas, mientras que otras doce millones se han visto obligadas a desplazarse.