El primer ministro británico, David Cameron, lleva al Consejo Europeo varias propuestas entre las que se encuentra la restricción de derechos para los ciudadanos no británicos que residan en el país. Cameron ha señalado su deseo de seguir siendo miembro de la UE pero ’’no a cualquier precio’’, ha explicado.
Por su parte, todos los miembros de la organización se han blindado mostrando su total rechazo a cualquier iniciativa que prive de derechos a los ciudadanos europeos. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, sentenció: “Seremos duros para defender dos líneas rojas: la libre circulación y el principio de no discriminación”.
Los primeros Estados en desmarcarse de esa nueva propuesta política del primer ministro británico fueron Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa que con un comunicado durante la mitad de la cumbre mostraron claramente su no apoyo, según sentenciaron: “A ninguna medida sobre inmigración que sea discriminatoria que limite la libertad de movimientos dentro de la UE”.
A continuación, la canciller alemana Angela Merker subrayó la necesidad de ser optimista, ya que Europa intentará buscarle una solución al problema británico sin romper los dos pilares de la Unión Europea. Cameron tampoco obtuvo el apoyo del italiano Matteo Renzi ni del francés François Hollande, quienes también se mostraron intransigentes a mover las bases de la UE.
El primer ministro británico pretende además hacer cambios que afectan a la libre circulación y continuar al margen de muchos de los acuerdos básicos de interior y asilo, pero los países miembros de la UE no están dispuestos a ceder ante las exigencias de Cameron.