“Al despertar Gregor Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto.” Es aquí cuando Kafka (Praga, 3 de julio de 1883 – Kierling; Austria, 3 de junio de 1924) nos mete de un golpe en la acción, la habitación, el sufrimiento del protagonista. Omite así la introducción que, teóricamente, toda novela debe tener, además de constatar la sucesión de hechos repugnantes de los que está plagada la obra.
La pequeña novela, también catalogada como cuento, vio la luz tres años después de su finalización en 1912. Fue una revista la que publicó originariamente el texto que después se convertiría en universal. Aún teniendo presente la promesa que Kafka obligó a hacer a Brod, su amigo y editor, de quemar y no publicar ninguno de sus textos tras su muerte, ‘La Transformación’ llegó a salvarse llegando al público nueve años antes del fallecimiento del escritor.
La obra es tan polémica que ni su título tiene una sola interpretación. El original, ‘Die Verwandlung’, fue traducido inicialmente por Jorge Luis Borges como ‘La Transformación’. Él mismo describía de esta forma la polémica surgida: “Yo traduje el libro de cuentos cuyo primer título es ‘La Transformación’, y nunca supe por qué a todos les dio por ponerle ‘La Metamorfosis’. Es un disparate. Yo no sé a quién se le ocurrió traducir así esa palabra del más sencillo alemán”. Según las declaraciones que realizó en una entrevista que publicó el diario El País en 1983.
Las definiciones que pueden describir la obra, hoy centenaria, no son pocas. El propio autor, tras terminar ‘La Transformación’ y en una carta dirigida a Felice Bauer, su novia, contaba su hazaña exclamando: “¡Qué historia extraordinariamente repugnante es la que acabo de dejar, para recrearme ahora pensando en ti!”. La angustia vital que se plantea en ‘La Metamorfosis’ es diferente y nueva para cada lector; al igual que en ‘El proceso’ (1925) o ‘El castillo’ (1926) que dejan un amplio abanico de dudas sobre su interpretación. Quizá es eso lo que hace que estas obras nunca mueran; obras, que como ‘La Transformación’ nos cuentan la historia de alguien que irremediablemente sufre lo que es convertirse en algo.