Un incendio ha hecho escombros, en apenas siete horas, el edificio de la fábrica Kentex que cuenta con dos plantas y alrededor de 3.000 metros cuadrados. En el interior han quedado atrapados la gran mayoría de los trabajadores, de los cuales han fallecido 72 y otras 26 continúan desaparecidas.
Los bomberos y el personal de emergencia han podido acceder al interior del edificio este jueves, después de combatir con las llamas durante siete horas. Una vez dentro, han podido recuperar los cadáveres y siguen buscando a los desaparecidos. La mayoría de las víctimas se encontraban en el segundo piso donde quedaron atrapados mientras intentaban huir de las llamas.
Debido a las altas temperaturas que se registraron en el interior del edificio, se han derretido las joyas de las mujeres, lo que complica la identificación de los cuerpos. "La policía forense hará lo posible para identificar los cadáveres, que están completamente carbonizados", ha declarado Eduardo Nazar, uno de los responsables del municipio donde se sitúa la fábrica. Por su parte, el alcalde de Valenzuela, Rex Gatchalian, ha acudido al lugar de los hechos asegurando que "nadie ha sobrevivido en el interior del edificio", tras hablar con el cuerpo de los bomberos.
Según los investigadores, el incendio pudo iniciarse a causa de una chispa provocada por una máquina que prendió material químico inflamable y produjo una fuerte explosión, seguida de llamas y altas columnas de humo negro. Aun así, tampoco se descarta que se trate de un incendio provocado.
Uno de los supervivientes y vigilante del edificio, Mervin Ardes, ha admitido que "ocurrió tan rápido que muy poca gente pudo escapar", añadiendo que las escaleras metálicas pronto fueron bloqueadas por las llamas e impidió la evacuación de los trabajadores.
El superintendente de la Unidad de Bomberos, Crisfo Diaz, ha declarado que "es lo peor que he visto en 27 años como miembro de este departamento. Fallecieron de asfixia y sus cuerpos quedaron incinerados cuando el fuego devoró la estructura".
Este incendio ha sido uno de los peores que ha ocurrido en Filipinas en los últimos años, tras el que ocurrió en 2001 en el Hotel Manor, donde murieron 74 personas, y el de la discoteca Ozone en 1996, en la que fueron 162 fallecidos.