El ataque a manos de los talibanes paquistaníes ha sucedido esta mañana, provocando la muerte de, al menos, 45 personas de confesión chií. Ha tenido lugar en Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán, cuando unos motoristas armados han comenzado a disparar contra los ocupantes del autobús.
El jefe de la policía provincial, Ghulam Haider Jamali, ha explicado en una rueda de prensa que a pesar de que el autobús contaba con 52 plazas, iban a bordo 60 personas. Jamali comenta que fueron seis los hombres que subieron al vehículo y dispararon contra los ocupantes a sangre fría. Fuentes hospitalarias han confirmado la muerte de 25 hombres y 16 mujeres, pero posteriormente el número se ha elevado a 45. El agente ha sentenciado que “se trata de un ataque sectario”.
Los asesinados eran ismaelíes que se dirigían al trabajo. Se trata de una rama minoritaria dentro del islam chií que profesa un 20% de los 200 millones de paquistaníes. Además es la mayor comunidad chií fuera de Irán.
El primer ministro, Nawaz Sharif, ha condenado de manera rotunda el acto terrorista en Karachi y ha anunciado que se investigará el incidente. “Nawaz Sharif ha extendido sus más sentidas condolencias por la pérdida de vidas humanas”, ha asegurado el Gobierno pakistaní en un comunicado.
El grupo extremista suní, Jundullah (Ejército de Dios), ha reclamado la autoría del ataque a través de estas palabras: “Los muertos eran ismaelíes y les consideramos ‘kafir’ (infieles). Hemos empleado cuatro atacantes. En los próximos días atacaremos a ismaelíes, chiíes y cristianos.”
Estos grupos radicales, llamados talibanes paquistaníes, se han responsabilizado de numerosos ataques durante este año. El más grave se produjo el pasado enero, cuando un suicida mató a 60 fieles en una mezquita de Shirkarpur. Pero la violencia no solo se limita a quien procesa la fe, ya que también atentaron contra una escuela en Peshawar, dejando 154 muertos, la mayoría de ellos niños.
Los ataques contra los seguidores de esa fe se han multiplicado en la última década, ya que los extremistas suníes les acusan de seguir una corriente desviada de la ortodoxia musulmana. Se estima que se producen alrededor de 2.000 muertes al año de forma violenta en la ciudad.