Cuando se acerca diciembre, a pesar del tiempo que falta para que comiencen las fiestas, la Navidad inunda todo: las calles comienzan a ser decoradas, los supermercados empiezan a exponer su arsenal de dulces típicos, los niños comienzan a pensar qué van a pedir a los Reyes Magos y la televisión no puede ser menos. Como cada año, los canales se llenan de anuncios navideños.
La Navidad se acerca y con ella la decoración que suele adornar las calles de casi cada ciudad europea. Un buen ejemplo de esto es Londres. La capital de Reino Unido ya ha recibido a la época estival con luces, adornos, mercados y pistas de patinaje sobre hielo.
Las luces de Navidad se encenderán este viernes a las 18:00 horas en la capital madrileña. Este año, prácticamente el cien por cien del alumbrado cuenta con tecnología LED, más eficiente y sostenible, con el fin de ahorrar costes y energía.
“Una actitud solidaria de los jóvenes de hoy construirá una sociedad mejor en el futuro”
Un año más llegaron los días de luces, de villancicos, turrón y regalos. Días de comilonas abundantes y copas de más, de reuniones familiares, compromisos y anuncios de perfumes en la televisión. Pero más allá de la faceta comercial de estas fechas, la Navidad es encuentro (y reencuentros), es compañía, compartir momentos con los seres queridos. Porque no hay regalo que ilusione más que una sonrisa, gratificante para el que la recibe y más aún para quien la otorga. Precisamente eso es lo que intentan organizaciones como Cooperación Internacional con su campaña “Una Sonrisa por Navidad”. Una iniciativa que, desde la acción desinteresada de 1500 voluntarios y la colaboración de entidades públicas y privadas, regalarán este año una sonrisa a más de 7000 personas. Hablamos con Joaquín Rubio, uno de los responsables de esta campaña que, sin duda, nos acercará un punto de vista diferente: una Navidad más humanitaria.
Temperaturas imposibles, abetos recubiertos de nieve, lagos congelados, auroras boreales, huskies, renos… a escasos días de Navidad descubrimos Laponia, corazón del norte finlandés y patria extraoficial de Santa Claus. La maleta cargada de manoplas, bufandas y camisetas térmicas; la mente dispuesta para una aventura que va mucho más allá de lo que dictan los clichés turísticos.