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Lunes, 04 Julio 2016 21:32

Los pasteles de Belém, la identidad lusa más allá del dulce

Escrito por 
Pastéis de Belem / F. Manuel Rado Pastéis de Belem / F. Manuel Rado

Mucho más que un dulce del tamaño de la palma de una mano adulta. Un símbolo de Belém, de Lisboa. La tienda oficial de los famosos pastéis de Belém, que lleva operativa desde 1837, continúa fabricando más de 20.000 unidades al día, según asegura la propia tienda, que hoy día es un símbolo de la identidad lusa.

El Monasterio de los Jerónimos evoca a la imagen de los monjes manos a la obra. Pasteles, pasteles y más pasteles. Ésa es la mayor ocupación de su tiempo. Ante ellos se posa la atenta mirada de miles de lisboetas y forasteros que, día tras día, prueban y compran estos mismos pasteles cuyo sabor y receta no altera el cambio generacional.

Historia de un superviviente de la Revolución Liberal

En 1837, un decreto ordenó la extinción de las órdenes religiosas. Como consecuencia, comenzó la fabricación de estos pasteles cerca de una refinería de caña de azúcar junto al Monasterio de los Jerónimos. En la historia recogida en la página oficial, la primera venta de pastéis de Belem se produjo “en una tentativa de supervivencia”, según la califican, de una pequeña tienda asociada a la refinería.

Los monjes, tras numerosos años en el monasterio, se vieron obligados a cerrarlo debido a la Revolución Liberal. Los protagonistas, sus dulces, tuvieron que ser trasladados a la actual tienda, donde se siguen fabricando exactamente como se hacía en tiempos monárquicos de Portugal. El paladar se traslada automáticamente doscientos años atrás, como si fuera ayer mismo cuando el Monasterio de los Jerónimos cerró sus puertas.

Cerca de la ‘sede’ lisboeta, André Fernandes espera la llegada de turistas junto a un Tuk Tuk, un colorido coche de tres ruedas que emplea para mostrarles la capital a cambio de unos pocos euros. Según explica, situarse cerca de este lugar es una gran oportunidad para captar turistas como clientes. “Los pastéis son pura historia de Belém y de esta ciudad”, asegura.

Historia que, día a día, sigue en pie a las afueras de Lisboa. La tienda actual se ha convertido en un punto central de encuentro en la capital lusa. A pesar de ello, es posible encontrarlos, de manera casi idéntica, en todos los supermercados. Y no solo en Lisboa. También en la capital española pueden encontrarse en una tienda de la Plaza de Callao.

“Hasta la fecha, el éxito de los pasteles no ha dejado de crecer, tanto dentro como fuera del país, siendo referencia cultural del país y Belem”, apunta la autora María Teresa Rovisco Pais de Abreu.

La receta original, propiedad de unos pocos afortunados

Autores como João Néu atribuyen el origen a fórmulas y métodos de fabricación ya empleados por las monjas de Maynooth o los frailes de los Jerónimos.

Sin embargo, la receta original del convento sigue siendo secreta. Solamente los pasteleros que lo fabrican de manera artesanal lo saben por el denominado Taller del Secreto, ubicado en la misma fábrica. Allí está guardada la antigua receta original. Los confiteros maestros son los pocos titulares de este secreto, para el que deben firmar un decreto de confidencialidad y hacer un juramento de mantenerla en secreto.

Hojaldre, harina, leche, huevo, mantequilla y un dulce aroma a canela se sienten protagonistas a diario en esta tienda. Sienten cómo repetidas veces (más de veinte mil) son demandados, degustados y comprados. “Es una receta única. Belém es uno de los sitios más visitados de Lisboa, lo que es un gran orgullo y una gran responsabilidad para nosotros”, cuenta Jesús Clarinha, trabajador de la Fábrica de Pastéis de Belém.

Tan solo cuestan un euro. Un bocado convertido en un recuerdo que se revivirá cada vez que hable de Portugal. Una experiencia que logra que pueda acercarse más a la cultura portuguesa, de sentirse identificado con lo que está probando. “Están deliciosos. Por un euro merece la pena probar algo que lleva haciéndose así tanto tiempo”,  cuenta José Francisco Gómez, un turista español que ha ido a visitar la ciudad lisboeta.

Todo un negocio. No solo los principales protagonistas ocupan el cartel diario de esta tienda, sino que, por motivos comerciales, se han convertido en una tienda hostelera, con servicio de cafetería, restaurante o venta de más dulces. Este dulce de casi doscientos años convive con las costumbres comerciales de hoy en día. Los pastéis de Belem son un símbolo cultural, una identificación más allá del bacalhau  y del frango à brás.

Los últimos reyes portugueses, Salazar o el actual presidente Marcelo Rebelo de Sousa son personajes que marcaron una corta época política en Portugal, y todos ellos seguidos muy de cerca por la tradición y evolución de estos dulces. 

El 10 de septiembre de 2011 los pastéis de Belem fueron incluidos en las 7 Maravillas de Gastronómicas de Portugal, una iniciativa de un programa apoyado por el Ministerio de Cultura de Portugal y  organizado por el consorcio Y&R Brands S.A y Realizar S.A que incluye entre sus requisitos para la presencia valores tradicionales portugueses en las recetas, su consideración como tradición activa a nivel nacional o que contribuyan al enriquecimiento de la gastronomía.

Día tras día, la historia no cambia. Los tiempos evolucionan, al igual que las técnicas de venta, pero ellos no. Ellos se mantienen inalterables con el paso de los años a través de su fuente de la juventud: una receta secreta. 

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