Las bajas temperaturas no impidieron que las calles se llenaran con miles de personas con motivo del Día del Rey. Esta festividad, la única en la que se permite el consumo de alcohol en la vía pública, se ha caracterizado este año por una constante amenaza de lluvia que sin embargo, no ha permitido que el naranja tiñera las calles de Amsterdam y otras ciudades de Holanda.
En la plaza de la capital, que rememoró la coronación del rey Guillermo Alejandro en 2013, una feria con norias y atracciones se combinó con la música de los DJs y todo un juego de bigotes de mentira, gafas de sol y pelucas, mercadillos, la cerveza tradicional y los tés calientes. Los reyes, protagonistas de la festividad, eligieron en esta ocasión la ciudad de Zwolle, para después realizar una visita al papa Francisco en el Vaticano.
Una fiesta para todas las edades
Ámsterdam, la capital del estado, es la ciudad más abarrotada por la muchedumbre durante este evento, seguida por Utrecht, La Haya y Groningen, entre otras. Marcel Bax, profesor de Estudios Holandeses en la Universidad de Groningen señala que “hay también mucha actividad en las localidades pequeñas y que cada una de ellas tiene su propio Comité Orange-Nassau para organizar su fiesta local”. Esta organización es la encargada de planificar las actividades que se llevan a cabo durante la jornada.
El abanico de posibilidades es muy amplio y abarca todas las edades. Por una parte, los jóvenes y los más juerguistas (el sector más consumidor de alcohol) suelen asistir a los conciertos ubicados en la calle o en las salas de música. Por otra parte, los niños, las familias y los más mayores invierten su tiempo en las ferias y los mercados, o en pasear tranquilamente y tomar un refresco en las terrazas de los bares.
Bax recalca el carácter gratuito de la mayoría de las iniciativas y destaca el aumento de una de ellas en concreto durante las últimas dos décadas: el vrijmarkt o “mercado libre”. Este se caracteriza por unas paradas donde los comerciantes son gente común que ese día decide poner en venta algunas de sus pertenencias (al precio que considera) sin necesidad de una licencia especial.
Finalmente, en el otro extremo de la baraja y en sintonía con la afición holandesa por la música electrónica, se encuentran los festivales. Kingsland Festival es la empresa responsable de los tres grandes conciertos con disyoqueis organizados este año en Groningen, Ámsterdam y Den Bosch. Según los datos oficiales de su página web, durante la jornada de ayer los escenarios se llenaron con cerca de 15.000, 13.000 y 8.000 asistentes respectivamente. Lejos de ser un festival gratuito, sus entradas estaban valoradas entre 15 y 30 euros, dependiendo de la anticipación de la compra.
El papel cambiante de la monarquía
Del mismo modo que el nombre y la fecha han ido variando en cada momento histórico, el papel del monarca durante este día también ha fluctuado dependiendo de las preferencias de cada uno. Bax explica que mientras la reina Guillermina se mantuvo al margen de la celebración, la función de la reina Juliana sí fue significativa. Lo que empezó como un acto simbólico de unos pocos ciudadanos que acudían a su palacio de Utrecht para dejarle flores, con los años derivó en kilómetros de cola de gente deseando saludarla.
La reina Beatriz, por su parte, quiso innovar visitando dos ciudades cada 30 de abril con su familia. El rey Guillermo Alejandro ha mantenido esta costumbre pero ha limitado la visita a una única ciudad. Por ejemplo, en el 2015 visitó Utrecht y este año decidió trasladarse hasta Zwolle.
Aunque el Día del Rey fue creado por el sector liberal con el objetivo de enaltecer el sentimiento nacionalista y el papel de la monarquía, impopular en 1880, hoy en día “no podemos entender el éxito de la celebración como un indicador de que la monarquía sea realmente aceptada por todos los participantes”, según sostiene el especialista en cultura holandesa. Asimismo, añade que “en la teoría mucha gente en los Países Bajos prefiere la república que la monarquía, pero hay aceptación generalizada con el rey actual ya que su poder es solo simbólico pero no real”.
Así pues, independientemente del sentimiento monárquico, el Día del Rey significa más una excusa para salir de la rutina, reunirse con los más queridos y salir a las calles de una Holanda viva y anaranjada en este día especial.
El significado del naranja El Día del Rey es una de las fiestas nacionales más conocidas de los Países Bajos. Se trata de un día libre para todos los estudiantes y trabajadores, quienes lo celebran saliendo a la calle y luciendo sus símbolos patrióticos. Por ejemplo, en esta ocasión especial todos los habitantes exhiben sus ropajes naranjas en honor al color representativo de la familia real, ya que Guillermo Alejandro pertenece a la Casa de Orange-Nassau (y “oranje” traducido del inglés significa naranja). La celebración ha ido aumentado su popularidad en los últimos años. Sin embargo, no se trata de una fiesta joven pues su origen data de varias décadas y siglos atrás, en el año 1885. Durante este largo recorrido la festividad ha sufrido numerosos cambios, tanto en las actividades programadas como en el día elegido y la denominación, dependiendo del monarca de cada momento histórico. Mientras a finales del siglo XIX se festejaba el 31 de agosto y recibía el nombre de Prinsessedag (Día de la Princesa) en honor a la princesa Guillermina. En 1898, cuando esta alcanzó la mayoría de edad y fue nombrada reina, el nombre anterior fue substituido por Koninginnedag (Día de la Reina). A partir de 1948, con la posterior reina Juliana, la denominación se mantuvo pero el emplazamiento fue trasladado al 30 de abril debido a la fecha de nacimiento de la nueva reina. Y así continuó durante el resto del siglo XX, ya que la reina Beatriz no introdujo cambios a pesar de celebrar su aniversario el 21 de enero. Finalmente, en 2013 el término Koningsdag (Día del Rey) pasó a bautizar la celebración y la fecha se adelantó tres días para ajustarse al cumpleaños del rey actual. |