Desde el centro de Finlandia, un reducido grupo de estudiantes se dispone a poner rumbo a Noruega al volante de un Volkswagen Polo rojo con dos objetivos claves: llegar a Cabo Norte y a las Islas Lofoten. Con un presupuesto limitado, poco equipaje de mano y sin alojamiento previamente reservado, es hora de viajar.
Primera parada: Cabo Norte
Teóricamente, Cabo Norte (Nordkapplatået en noruego), situado en la isla de Magerøya, es el punto más septentrional de Europa (71º 10’ 21’’). Sin embargo, el vecino cabo Knivskjellodden se encuentra a unos 1.500 metros más al norte.
![]() |
Carretera a Nordkapp / F. Miriam Rubio |
Dejando a un lado las magnitudes, coordenadas y demás tecnicismos, Cabo Norte es el punto más al norte de Europa al que se puede acceder en coche. Entre un desierto de nieve y carreteras delimitadas simplemente por unas balizas de señalización de color rojo, se abre paso una máquina quitanieves sin la cual nadie puede llegar a lo que se considera ‘Nordkapp’. Trece kilómetros tras ella y veinte euros de entrada dan la bienvenida a lo que muchos denominan, el fin del mundo.
Considerado el objetivo clave de muchos moteros, Cabo Norte supone todo un reto para todo aquel que se atreve a alcanzarlo. “Ha sido muy difícil llegar hasta aquí. Las condiciones climatológicas y los problemas de mi moto no me lo han puesto fácil”, afirma Fernando García, más conocido como ‘El Búfalo’, un motero gaditano célebre por sus muchas aventuras en moto. Tras haber cruzado de Alaska a Nueva York en pleno invierno y haber hecho dos Panamericanas (62.000 km), 'El Búfalo' ha llegado a Cabo Norte desde Tarifa, atravesando Europa en una moto Suzuki GS de 1997 reconstruida por él mismo con ayuda de un amigo en el taller GSA MotorSport de Conil, y a la que ha bautizado como ‘Pingu’ por su color blanco.
Con un presupuesto total de mil euros y dispuesto, según sus propias palabras, a vivir otra aventura dura y arriesgada, este motero aventurero ha alcanzado su objetivo, coronando el punto más septentrional del continente europeo. “He tenido que buscarme la vida para llegar, he dormido alguna noche en tienda de campaña con temperaturas bajo cero. Las ruedas no estaban preparadas y he tenido que utilizar unos tornillos que hacen la función de clavos para la nieve”, asegura El Búfalo. Además, afirma que a 50 kilómetros de Cabo Norte la moto le falló y fue después de dos días arreglándola, cuando decidió llegar a, como la llama: “la bola que hay aquí para hacer la foto.”
“Ha sido una odisea, pero he llegado. Y si algo he aprendido de esta ida, es que no hay que dar nada por hecho, hay que aceptar los errores, luchar, saber recibir con sorbos los beneficios de la constancia y no bajar la guardia” concluye el motero gaditano.
Segunda parada: Islas Lofoten
El nombre Lofoten procede de ‘lo’, que significa “lince”, y ‘foten’, que significa “el pie”. Las islas, situadas por encima del círculo polar ártico, son conocidas a nivel internacional por contar con la mayor anomalía de temperaturas por latitud en el mundo, causada por la corriente del Golfo. Røst y Værøy son los lugares más norteños del mundo dónde las temperaturas medias permanecen por encima de los cero grados durante todo el año.
Moskenes es la última localización de las Islas Lofoten a la que se puede acceder por carretera. El pintoresco pueblo del norte de Noruega da la bienvenida a todo turista y visitante que se precie con un fuerte olor a piezas recién pescadas que cuelgan de unos secadores de madera repartidos por varias zonas. Considerado todo un paraíso de naturaleza, Moskenes es famoso por la corriente de marea popularmente conocida como ‘Maelstrom’. Temida históricamente por los marineros, el Maelstrom se forma por la conjunción de las fuertes corrientes que atraviesan el estrecho (llamado Moskenstraumen) entre las islas mencionadas y la gran amplitud de las mareas.
![]() |
Puerto de Moskenes / F. Miriam Rubio |
Hasta el fin del mundo
El tramo de casi mil kilómetros que separan a Cabo Norte de las Islas Lofoten es una distancia significativa que puede traducirse en más de 14 horas de coche teniendo en cuenta el estado de las carreteras a final de invierno. Un trayecto por el norte de Noruega que se presenta como todo un desafío.
“Sorprendentemente no nos ha resultado pesado en ningún momento conducir tantas horas durante una semana seguida", aseguran Patricia y Nuria Monjas de Castro, dos hermanas madrileñas, a pocos metros de su destino final: Moskenes.
Les ha supuesto un reto hacerlo por carreteras y puestos de doble sentido, repletos de hielo, donde se han cruzado con máquinas quitanieves y camiones de considerable tamaño. Éstos circulaban con prisa, formando una nube de polvo y nieve que les impedía ver por segundos. "Nos generaba nerviosismo", recuerdan. A pesar de ello, y según sus mismas palabras, esa impresión trae consigo de inmediato una increíble sensación de deseo por seguir conduciendo.
“Esta experiencia ha supuesto un chute de adrenalina y ganas de seguir viajando. Nos ha hecho darnos cuenta que aunque lo desconocido asusta, termina siendo lo que más disfrutas”, concluyen las hermanas Monjas.Tras atravesar desiertos de nieve, carreteras cubiertas de hielo que hacen del viaje toda una aventura y prueba de control al volante, y fiordos que decoran el paisaje, se descubre una Noruega fría y blanca. Más de 3800 km de altas montañas y aguas cristalinas que abren paso a un tipo de turismo natural y aventurero.