Caminando por las calles finesas se puede observar en cada establecimiento, ya sea un supermercado de una gran cadena o una tienda de golosinas, mesas con papeletas para la lotería, las carreras de caballos, la liga de hockey o una máquina de tragaperras. Y es que “se respira el juego por los cuatro costados”, como comenta Juyo Kaunti, uno de los 49.000 habitantes del país identificados como ludópatas según los resultados del Instituto de Salud y Bienestar Social finés.
Una situación real
Si se teclea en el buscador de Internet “ludopatía en Finlandia”, los resultados que aparecen son, en su mayoría, de blogs de personas españolas que han estado en el ‘país ejemplar’, como lo definió en una ocasión el diario El País. En dichos posts, reflejan su desconcierto en relación al alto número de máquinas tragaperras, juegos de apuestas y de azar que han encontrado.
Aunque Finlandia lidera todas las tablas de clasificaciones mundiales en este sentido y no aparece en el denominado ‘Ránking de los países más decadentes’, llevado a cabo por la empresa Bloomberg y en el que se estudian los malos hábitos de las poblaciones; el problema del país nórdico con el juego empieza a ser real, con un 1,3% de su gente afectada según datos oficiales.
Marta de la Cruz Calandria, licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y experta en Mediación por la Universidad Europea de Madrid, explica que “la ludopatía se encuadra dentro de los trastornos adictivos no relacionados con sustancias y se produce cuando hay una pérdida de control con respecto al juego de forma persistente y recurrente, provocando un deterioro o malestar significativo, en el que se establece una relación de dependencia”. Continúa la psicóloga definiendo la figura del ludópata como “aquel que manifiesta un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos de jugar”.
“En toda familia finesa existe algún caso de ludopatía, si no en sus miembros, en alguien cercano o algún conocido”, afirma Risku Raukanpatu, madre de dos hijos, habitante de Jyväskylä y una de las pocas entrevistadas que accedió a opinar sobre el tema. Y es que la población se encuentra reticente a hablar sobre este factor tan presente en su día a día.
![]() |
Exterior del casino / Foto: Ale Santos |
El juego en el ambiente propicio
Si en algo coinciden psicólogos, gerentes de casinos y ciudadanos de a pie, es que Finlandia presenta una serie de características tanto metereológicas, como económicas y culturales que le hacen ser un país propicio para el juego. “En nuestro país tenemos la conciencia de trabajar y esforzarnos mucho para llegar a tener una vida mejor, pero muchas veces nos damos cuenta que solo trabajando no va a ser posible y decidimos probar suerte con los juegos de azar”, comenta IIda limapainen, una vecina de la ciudad.
Ella explica que por otro lado, el Gobierno de Finlandia promueve el juego como obra de caridad ya que, en teoría, todos los beneficios van destinados a combatir la desigualdad social. Sin embargo, afirma no estar segura de que realmente sea así.
Por último, existe el factor luz, del cual el país nórdico presenta una gran carencia, especialmente en invierno, llegando a tener menos de cuatro horas al día. “Esto hace que nos sintamos deprimidos, queramos ocupar nuestra mente en algo y acudamos a las tiendas o lugares de juego, sobre todo en el caso de los jubilados”, cuenta Essa Isakaopinen, ex ingeniero de proyecciones en Nokia, ya retirado y que reconoce ‘jugarse’ unos veinte euros a la semana en las apuestas.
"Sobre todo en el caso de los jubilados" |
Ray, el casino estatal
Sábado, doce y media de la mañana. Ya no queda casi rastro de la manta de nieve que ha cubierto la ciudad durante gran parte del invierno. En la calle principal de Jyväskylä, en dirección a los centros comerciales, se encuentran las salas de fiesta, cerradas tras una larga jornada de ambiente nocturno. Antes de doblar la calle Kauppakatu, un par de chicos con aspecto trasnochado fuman un cigarrillo en la puerta del casino Las Vegas.
Este establecimiento pertenece a la empresa estatal Ray. Tras una barra de tres metros, rodeada de mesas, los camareros sirven sonrientes las copas. Una puerta en forma de arco invita a los asistentes a introducirse en la habitación principal. Las pantallas de plasma proyectan partidos de hockey, fútbol o baloncesto. Hay sofás de alta gama dispuestos para el descanso. Por último, las estrellas del garito, las mesas de blackjack y póker, la ruleta y las reinas del sarao, las tragaperras.
Hace más de cinco años, el Gobierno finés abrió esta cadena de salas de juego Ray, que cotizan la hacienda del país. Y es que, según Hannu Rinkinen, gerente de responsabilidad social de su sala en Jyväskylä: “Todos los beneficios son destinados a buenas causas”. Dicha empresa cuenta con ochenta salones de juego, un casino, 6.000 puntos de venta donde se pueden encontrar máquinas tragaperras, cerca de 120 restaurantes donde se puede jugar a juegos de mesa y un casino online.
![]() |
Tragaperras en una tienda de comestibles / Foto: Miriam Pérez |
El mínimo de edad para empezar a jugar son 18 años, que es la edad marcada por la ley en el país nórdico. “Las apuestas máximas en las máquinas tragaperras son de un euro por tirada”, explica el gerente. Respecto al problema de la ludopatía y la restricción de entrada a su establecimiento, Rinkinen explica que las personas con problemas de juego pueden tener el acceso restringido para entrar en las salas de juego, el casino o usar Internet. Sin embargo, debido a la legislación, el plazo máximo de ésta es de un año.
Es muy común apostar en Finlandia. Rinkinen comenta lo siguiente: “Hay muchas razones para ello. En este país tenemos una reputación muy buena respecto al dinero conseguido a través de los juegos de azar. La gente confía en establecimientos como el nuestro para lograrlo”. Y por supuesto, la facilidad de hacer una apuesta o comprar un billete de lotería hacen de Finlandia una nación de juego.