Luqman fue notificado el pasado mes de enero de la decisión de la Oficina de Alojamiento (órgano de la universidad que se dedica a gestionar todo lo relacionado con la vivienda e infraestructuras de los alumnos) de proceder a su deportación a Nigeria tras ser rechazada su petición de visado.
Luqman basó su petición en razones humanitarias debido a su enfermedad. En 2009 fue diagnosticado de Hepatitis B, una enfermedad crónica con un costoso tratamiento que puede llegar a alargarse durante toda la vida del sujeto. Este tratamiento no está disponible en Nigeria, ya que incluye complejos procesos tales como biopsias hepáticas y diferentes pruebas sin las cuales “está condenado a muerte”, en palabras de Callum Cant, uno de los impulsores de la protesta.
“La situación de Luqman es aún más dramática si tenemos en cuenta lo ocurrido a sus hermanos”, señala Oriana Cid-Willkinson, otra de las alumnas integradas en este movimiento. Los dos hermanos de Onikosi fallecieron en 2011 y 2012 en Nigeria a causa de la misma enfermedad.
Los alumnos se movilizan
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Las fuerzas de seguridad tras el intento fallido de expulsar a los alumnos de las instalaciones / Foto: Pablo Lasaga |
Es en este contexto, cuando varios alumnos de la Universidad de Sussex decidieron formar la plataforma #DontDeportLuqman (No deportéis a Luqman) entre objetivos incluyeron presionar a la universidad para que cesara en su iniciativa y recaudar fondos para que Onikosi pueda costearse los gastos legales de su caso y poder, así, mantenerle con vida.
La plataforma cuenta con apoyos entre alumnado y profesorado incluyendo intelectuales de la talla de Noam Chomsky o Alana Lentin, ex profesora de la Universidad de Sussex, experta en racismo y escritora de The Guardian.
A lo largo de la semana se han sucedido manifestaciones en las que se exige a la universidad que detenga la deportación. Los estudiantes se han concentrado con pancartas que rezaban mensajes en contra del racismo mientras coreaban consignas como “el pueblo unido jamás será vencido”.
Como medida de presión, varios alumnos se han encerrado en el último piso de uno de los edificios del campus desde el cual arengan a la multitud a unirse a la causa. El día 11 de marzo se produjo un intento por parte de las fuerzas de seguridad de la propia universidad de romper el encierro estudiantil que se saldó con un rotundo fracaso ante la resistencia de los estudiantes que en todo momento fue pacífica.
“Los estudiantes tenemos muy claro que lo que está pasando es una injusticia y vamos a seguir luchando para cambiarlo”, ha declarado Oriana. Los estudiantes encerrados se mantienen comunicados en todo momento con sus compañeros del exterior los cuales les mandan comida a través de un cubo atado a una cuerda.
Este conflicto ha avivado el debate sobre las altas tasas que pagan los estudiantes extranjeros en Sussex (alrededor de 15.000 libras por un año de master) que se ha convertido en uno de los puntos clave de las elecciones en el Sindicato de Estudiantes que tuvieron lugar la semana del 29 de febrero al 6 de marzo.