Si hay algo que Finlandia tiene que envidiar al país español es precisamente la riqueza en patrimonio mundial que posee, ya que sigue en el podio de países con mayor número de monumentos reconocidos como Patrimonio Mundial de la UNESCO: hasta 44. Los nórdicos, por su parte, cuentan en su territorio con un total de 7, de los cuales dos de ellos son compartidos con más países. Y es que, que un país cuente con estos títulos entre sus filas supone un aumento en el número de turistas y en los ingresos internos, siempre y cuando se saque partido de ellos.
Esta es precisamente la cuestión que “denuncia” el vicario de la Iglesia Vieja de Petäjävesi, Seppo Ojala, quien afirma que “Finlandia debería hacer un mejor uso de los servicios turísticos”. Ojala ha sido el responsable de un seminario organizado junto con la Universidad de Ciencias Aplicadas y Humanidades (Humak) y el pueblo de Petajavesi, con el objetivo de “intentar dar un impulso al turismo local y a los proveedores de servicios culturales”.
La iglesia vieja de Petajavesi, que se encuentra a 31 kilómetros al oeste de la ciudad universitaria de Jyväskylä, es una de las joyas de la corona más apreciadas por los finlandeses. La UNESCO la describe en su página web como “una combinación de la concepción renacentista de una iglesia de planificación central con formas más altas que derivan de bóvedas de arista góticas”.
The Old Church, que es como mayoritariamente se la conoce, está construida íntegramente de pino natural, tal como se puede apreciar en su exterior, ya que preserva el color de la madera de este árbol y tan solo se aprecia un color rojo-ocre en sus bóvedas interiores, siguiendo la tradición medieval. Otro de los elementos característicos es el cementerio que la rodea, digno de una película de miedo protagonizada por zombis y gárgolas.
El cementerio se mantuvo en uso hasta 1921, cuando se estableció uno nuevo en Olkkola Kangas. Después de esto, solo se ha usado ocasionalmente al vencer la fecha de algunos de los panteones del lugar y como atractivo turístico. Según Villa Paätkji, una vecina del pueblo de Petajavesi, “el cementerio de la Iglesia Vieja de nuestro pueblo fue utilizado por primera vez en el otoño de 1729 y durante las primeras décadas del siglo XIX, la iglesia se amplió por el lado sur, y más tarde el cementerio se extendió a la zona del norte de la iglesia”. Y continúa: “En los años de hambre, entre 1867 y 1868, la cantidad de difuntos superó los 200 por año.” A principios de 1900, en Finlandia hubo una plaga de distintas enfermedades, llegándose a enterrar entre 40 y 60 personas por año. Por su parte, el muro que rodea tanto el cementerio como la iglesia es de 1997, tal como informa la web oficial del sitio.
Visitas únicas
Tanto la iglesia como el cementerio están abiertos todo el día, de 10 de la mañana a 6 de la tarde en verano, y en invierno únicamente bajo reserva, según comenta la responsable de la fundación formada para conservar dicha iglesia, Sanna Talasjäarvi. Los precios oscilan entre los 3 y los 10 euros, dependiendo de si la visita es individual, en grupo, de estudiantes o de adultos.
La opinión de los visitantes a la salida de esta suele ser positiva y normalmente le dedican palabras de admiración, como Pedro Pérez, turista español aficionado al arte quien recalca su atención en “el sistema de anclaje que tiene en su construcción”. Este doble encaje de la madera, indica Pérez, “es increíble” y por supuesto, “que un edificio de madera se mantenga de pie durante tanto tiempo es realmente admirable”. Otro de los turistas españoles, Gonzalo Grande, coincide en la supervivencia longeva de la misma y destaca “el entorno de la iglesia, tanto por el arbolado y lo verde como por el hecho de que esté aislada de los núcleos urbanos”.
A dicha capilla se unen el puerto de Rauma, la fortaleza de Suomenlinna, situada a escasos dos kilómetros de la capital finesa y a la que solo se puede acceder vía marítima, la fábrica de tratamiento de madera y cartón de Verla, el sitio funerario de la Edad de Bronce de Sammallahdenmmäki, la Costa Alta compartida con Suecia, y el Arco Geodésico de Struve, compartido con Bielorrusia, Estonia, Letonia, Lituania, Moldavia, Noruega, Rusia, Suecia, y Ucrania. Todos ellos son monumentos patrimonio de la humanidad y pueden visitarse durante esta época invernal, disfrutando de unas vistas envidiables y cubiertos de nieve, lo que aporta un toque especial y único.