De Portugal a Grecia, de España a Escocia, partidos como Podemos, Sinn Féin, Syriza y, más recientemente, el laborismo de Corbyn, generan simpatías, llenan las plazas, politizan a las masas que parecían ausentes. Las propuestas, con matices, tiran por la misma dirección. La renacionalización de servicios privatizados durante el thatcherismo, la salida de Reino Unido de la OTAN, una política exterior no intervencionista, paz para combatir el terrorismo, menos recortes en educación y sanidad son, en trazos generales, las apuestas de Corbyn que, si bien han acercado a miles de ciudadanos británicos al laborismo, también le han valido críticas de algunos sectores conservadores. Hace unos meses, el diario The Thelegraph le acusaba de querer convertir a Gran Bretaña en Zimbawe y otros medios, como el Daily Mail o el Daily Express, se refieren a él como “el amigo de los terroristas” al ser él uno de los rostros más visibles dentro de las manifestaciones en contra del intervencionismo militar inglés en Siria.
Corbyn e Iglesias: sujetos de su tiempo
La historia de Corbyn está ligada de forma indirecta a España. Sus padres, activistas ambos, se conocieron en una campaña de apoyo al republicanismo español en el contexto de la Guerra Civil. Después de eso, las sobremesas en la casa de los Corbyn serían siempre largas charlas de política que fueron, como él mismo cuenta, las verdaderas aulas universitarias de Jeremy.
Adrián Álvarez, estudiante español en Londres, se refiere a Corbyn como “el Iglesias inglés” porque ambos “han sabido recoger el hartazgo popular y han alimentado la democracia en Europa”, comenta el estudiante de Periodismo. Pero Corbyn no es estrictamente un Alexis Tsipras ni un Iglesias, afirma el politólogo y académico marxista Alan Woods en una ronda de preguntas tras un meeting organizado por la ‘Stop War Coalition' en Londres. “Su surgimiento y su éxito en cambio sí tienen los mismos orígenes”, explica Woods, que pone énfasis en los contextos de las nuevas izquierdas.
“Una recesión económica prolongada siempre disturba los viejos equilibrios: las viejas certezas desaparecen y sucede un cuestionamiento universal del statu quo, sus valores y su ideología”, señala el politólogo, quien subraya el papel de las medidas austeridad en Europa: “La gente en el continente se está dando cuenta de que la austeridad no es un ajuste temporal sino un permanente ataque a los estándares de vida”, dice Woods rememorando los casos de Grecia, Portugal, España y de una Inglaterra que, insiste, aún siendo uno de los países con más ingresos del mundo ha visto recortes de hasta un 30% en albergues infantiles y subidas de hasta un 90% en matrículas universitarias.
El crecimiento de Podemos, explica, es la expresión de un profundo descontento con el actual orden político, lo mismo que en Inglaterra revela los motivos de lo que ya se nombra como la ‘Corbyn revolution’. Su elección como dirigente del Partido provee a Inglaterra de un punto de referencia para el acumulado descontento de las masas, que es justamente “lo que regeneró al laborismo y lo empujó a la izquierda después de años de no ser otra cosa que un apéndice del conservadurismo tory”, señala Woods.
El triunfo de Corbyn se debe en parte, comenta, a una fallo del ala moderada dentro del partido que subestimó las expresiones de descontento en las calles. “Fueron los ‘Labour Barnons’ quienes decidieron cambiar las reglas y abrir las elecciones de líderes del partido a cualquiera que pagara 3 libras (4 euros) por inscribirse”, la idea, señala Woods, era disolver al Partido Laborista en una masa amorfa de votantes para reducir la influencia de alas radicales dentro del grupo. El resultado, absolutamente inesperado, fue que más de cien mil personas se inscribieron por primera vez en el partido y votaron por Corbyn, el nuevo líder que cuenta con apoyo de las bases y afiliados pero no de las cúpulas del laborismo que ven su elección con desagrado.
El laborista incómodo
La continuidad del proyecto laborista de Corbyn no sólo encuentra trabas en el interior de su partido sino que toca otras esferas del poder político influyentes en Inglaterra: “La salida de Reino Unido de la OTAN alejaría a Estados Unidos de su principal aliado europeo; el Pentágono y la CIA irán tan lejos como sea posible para evitarlo”, comenta Woods.
Pero el abandono de la política intervencionista y la reducción del armamento nuclear es central para Corbyn. Según sus informes, el costo de mantener ‘Trident’, el programa de armas nucleares inglés, aumentará en cerca de 100 billones de libras (135 billones de euros) a lo largo de los próximos 15 años, dinero que, según Crobyn, podría ser útil para contratar miles de nuevos médicos y maestros, cubrir los costes de energía solar para cientos de miles de hogares y gastos de beneficencia pública. “El programa es inútil. Los terroristas del 11-S operaron con armas no más costosas que un par de cuchillos y navajas, ¿cómo el Tridente va a disuadir al Estado Islámico?”, ironiza Wood.
La apuesta es otra: impuestos proporcionales según la renta como medida redistributiva, un Estado menos volcado en el conflicto y más pendiente del bienestar social con sectores clave de la economía nacionalizados como la energía y las vías férreas. “Tener bajo control de un gobierno responsable los puntos clave de la economía es importante: no se controla lo que no se tiene”, opina Wood, quien subraya que el plan de renacionalización no significaría otra cosa sino el desmantelamiento de la lógica de privatizaciones heredada de los años de Thatcher.
Elecciones por Europa
Antes de pensar en él como futuro Primer Ministro en 2020 el laborismo de Corbyn tendrá que sortear las próximas elecciones por la alcaldía de Londres (durante la primavera de 2016), que será una prueba de ratificación de su éxito, o bien un respaldo que podría minar su posición en el partido y eventualmente causar su destitución.
“Las próximas elecciones locales en Inglaterra y ahora mismo en España tienen una dimensión continental: los ciudadanos deciden si se da o no una bocanada de aire este nuevo frente de la política europea”, concluye Woods. En las pasadas elecciones españolas, Podemos se colocó como tercera fuerza política con 69 escaños, rompiendo con el bipartidismo parlamentario en el país.