"Nos reunimos para que nuestra percepción sobre los atentados trascienda esto", dice la doctora Patricia Owens mientras saca de su bolso una taza, una camisa y un bolígrafo inscritos con el símbolo de la Torre Eiffel rodeado por un círculo. "Mientras la fetichización de la paz coloca el debate en torno al terrorismo dentro de las dinámicas del consumismo, la labor de la academia es pensar: la paz no se hace comprando un souvenir", se dirige Owens a la audiencia de universitarios al inicio de las jornadas 'After Paris' en la Universidad de Sussex.
La iniciativa, según sus organizadores, surgió como una inquietud genuina de diálogo y alejada de los formalismos de los foros académicos al uso; "buscábamos más bien generar conversación", asegura Daniel Morley, vocero de la asociación nacional de jóvenes marxistas en Reino Unido.
El encuentro se suma a otras actividades que se han llevado a cabo en Brighton, donde hace apenas unas semanas, Hadrien Lopez, inmigrante francés, organizó un acto solemne en el que se reunieron 75 personas y dedicaron un minuto de silencio a las víctimas en el centro de la ciudad.
Más allá del simbolismo: la acción política
"Los actos simbólicos son muestras invaluables de solidaridad pero el lado B de todo esto parece ser aún más complicado", explica el estudiante Henry Pavey. "Hoy, el asunto principal es cómo logramos articularnos políticamente para frenar la intervención militar de Reino Unido en Siria", concluye Pavey.
Magnous Marsden, profesor de Relaciones Internacionales, se suma y recuerda cómo Inglaterra y Francia armaron en 2011 a grupos yihadistas aliados so pretexto de liberar a Libia de Gadafi e insiste en que, del mismo modo, desde 2011 occidente ha apoyado a grupos "rebeldes" anti-Asaad en Siria, grupos que son en muchas ocasiones conformados por radicales pertenecientes al Estado Islámico (ISIS). Pavey interviene y añade: "¿Armar a grupos locales para que combatan al ISIS? ¡No y no! Eso ya se hizo y no trajo otra cosa que desastre", señala el estudiante de Ciencias Políticas.
El problema, asienten, es generar contradiscursos: explicar qué es lo que pasa, exhibir los fracasos de los intentos militares por frenar el terrorismo. Para el estudiante de Historia George Statham, la representación dicotómica del problema entre buenos y malos es una postura que califica de "fácil y populista" porque no contextualiza ni hace un análisis histórico de las relaciones entre Oriente y Occidente. "¿Cómo esperar que la gente se oponga a la guerra si lo único que ven es la BBC, el organismo de propaganda del Estado?", se pregunta Statham cuestionando el papel de la cadena de televisión pública británica, la de mayor audiencia en el país.
"Los medios presentan una versión limitada, se aceptan las bombas sin discusión, nadie pregunta al Gobierno qué se espera de Oriente en el futuro, no se tiene un plan para ayudar a la reconstrucción de esos países", reivindica dice Daniel Elbro, representante de la asociación marxista en Sussex.
Violencia capitalista
De entre todos los grupos que se dieron cita en el encuentro, mención aparte merece la discusión en los círculos antineoliberales universitarios, donde se puso el acento sobre las dinámicas de poder dentro del capitalismo. Cuando a Morley se le pregunta si se entiende un capitalismo sin terrorismo contesta que no: "El terrorismo es parte inherente de la violencia capitalista, para que unos tengan más, otros deben tener menos: esa es la lucha por el poder y la raíz de la radicalización", afirma el también editor de la revista In defence of Marxism y concluye: "El capitalismo no puede gobernar en su propio nombre, siempre ha de crear ‘otro’ intruso que divida y legitime los abusos".
De acuerdo con los asistentes marxistas, los puntos clave se dan en el ámbito de la opinión pública pero también dentro de la política armamentística. "El problema es de la UE", comenta Morley, quien asegura que "las armas tienen en buena medida su origen aquí, no hay paz con armas, la exigencias de la población civil no deben olvidar este foco".
La jornada de diálogo ‘After Paris’ se coloca además dentro de una cadena pacifista de protestas que alcanzó su más amplia visibilidad el pasado 5 de diciembre, cuando miles de personas en Londres se manifestaron en contra de la aprobación del proyecto de ley que hará legal la participación de Reino Unido en los bombardeos en Siria contra el ISIS. La consigna, tanto en Brighton como en la capital, es la misma: "Boombing doesn’t kill an ideology, it feeds it".