La solidaridad se siente en Bruselas y además se vive en sus calles. Actividades de reivindicación por los derechos humanos, concienciación y sensibilización por el cuidado del medio ambiente o simplemente un acercamiento del arte a la población, convierten la vida bruselense en una continua invitación hacia el compromiso social y la expresión artística.
Felix Aerts, graduado en Trabajo Social y en Diseño Gráfico, es uno de los fundadores de la Asociación Toestand, cuyo objetivo es la reactivación de edificios olvidados o abandonados para convertirlos temporalmente en centros socioculturales y autónomos. Resultado de esta iniciativa es el proyecto Allee du Kaai, un centro cultural financiado por el Gobierno, ubicado a orillas del Canal de Bruselas, donde se realizan diversos talleres artísticos y manuales de forma gratuita. Asimismo, facilitan espacios de las instalaciones para múltiples iniciativas sociales y medioambientales en las que se desarrollan conciertos, exposiciones, reuniones informativas sobre activismo o cultivos de alimentos, como es el caso de PermaFungi.
De esa manera, distintas organizaciones hacen uso de este espacio para brindarle a la comunidad oportunidades de ocio y aprendizaje. Entre ellas, destacan clases de skateboard, boxeo y defensa personal, reencuentro lúdico para personas con dificultades físicas, o taller de madera, entre otros. Como afirma Aerts, “al principio, la idea era buscar edificios abandonados para hacer fiestas, pero con el tiempo y la experiencia nos dimos cuenta de que podíamos utilizar estos espacios para realizar actividades para la comunidad”.
Desde la misma Asociación, el proyecto Allee du Kaai lo definen como “una zona de acción espontánea” donde el diálogo, la creación, la autonomía y la acción son cruciales en su labor. Su trabajo es muestra de cómo el arte y el compromiso social convergen por el verdadero enriquecimiento cultural de la sociedad.
Ciudadanos comprometidos con la cuestión migratoria
De igual forma, La Plataforma Ciudadana de Apoyo a los Refugiados en Bruselas es otra iniciativa social con las que cuenta la ciudad. Esta plataforma, formada por voluntarios, pretende facilitar la acogida de los migrantes, proporcionándoles ayuda jurídica, actividades para menores y subsanando necesidades básicas como comida, alojamiento y vestimenta. Su intención es “promover la solidaridad hacia los solicitantes de asilo, así como cuestionar los motivos de su exilio y analizar los cambios necesarios para frenar esta crisis migratoria”, como sostienen en su página web. Para ellos, la situación actual solo puede afrontarse mediante una solución sostenible e integradora, basada en el respeto por los derechos humanos.
Por la misma corriente, La Maison des Migrants es otro espacio de solidaridad y encuentro dedicado a la cuestión migratoria. En él se realizan clases de francés, proyección de películas, jornadas de debate y espacios de media y radio. Actividades que buscan brindar información y acompañamiento a los migrantes, así como sensibilizar a la sociedad civil.
Estos proyectos a pequeña escala son igualmente revalidados por grandes iniciativas como el Festival de las Libertades. Mediante documentales, conciertos, debates y obras de teatro, el festival pretende interrogar el sistema establecido, tratando temas sociales como las personas sin hogar, los refugiados y el papel de la Unión Europea, las desigualdades sociales, el activismo, el capitalismo y el consumismo, entre otros. En suma, todas aquellas cuestiones que atañen a la realidad actual y que ponen a prueba el compromiso de la población y su papel como ciudadanos.
Es así como Bruselas, ciudad burocrática y administrativa, se sumerge en un sinfín de iniciativas que unifican la expresión artística y la acción social con el merecido propósito de convertir este mundo en un lugar mejor.