Tras la sentencia dictada en septiembre de este año por el Tribunal de Comercio de Bruselas, la empresa Uber fue condenada a eliminar de la ciudad todos los coches que circulaban con el sistema UberPop en un plazo de 21 días. Esto significó el fin del contacto directo entre cliente y chófer, principal característica de la aplicación, ya que la mayoría de los conductores viajaban sin la licencia y permisos básicos que debe obtener un profesional del gremio taxista.
Pero la startup no tenía pensado darse por vencida tan pronto y por ello apostó por el servicio UberX, una modalidad por la que el conductor adquiere la licencia y las mismas condiciones de impuestos y seguridad social que un taxista autónomo. A día de hoy esta modalidad cuenta con pocos colaboradores, puesto que es más cara que el anterior servicio, ya que conseguir la licencia cuesta más de 37.000 euros.
Además, en un comunicado oficial, Uber constató que recurrirán el fallo del Tribunal, alegando que sus servicios crean empleo en una ciudad con un 20% de paro y congestión diaria de tráfico, y constituyen una modalidad más económica para el cliente. “Uber ha proporcionado trabajo a mucha gente en Bruselas, además es barato para volver a casa por la noche, cuando no hay autobuses ni tranvías”, opina Mathieu Massaad, ciudadano local.
“Mientras tengan las licencias que se nos solicita a nosotros, no veo problema por el cual no puedan circular. Tiene que haber una libre competencia en todos los sectores. Eso sí, lo que está mal es que una persona que no es conductor profesional pueda transportar viajeros; eso nos quita trabajo a nosotros, que llevamos años con los taxis”, declara un miembro del gremio taxista.
Uber en España
En el país del sur de Europa, la empresa norteamericana se encuentra en un paro temporal desde el pasado mes de diciembre, cuando el Juzgado de lo Mercantil decretó su cierre por incumplir la legalidad española. Hasta ese momento Uber operaba en Barcelona, Valencia y Madrid. En la capital, dos coches de Uber aparecieron calcinados tras una manifestación de taxistas. La compañía, tras este altercado, dio la espalda a los propietarios de los automóviles, lo que supuso un punto negro en la mala gestión comunicativa en España.
Actualmente, Uber busca reabrir sus servicios como ya hiciese en otras ciudades del continente. Para ello pretende conseguir licencias para sus usuarios, además de insistir en su legalidad ante los juzgados europeos. En Barcelona también existe la modalidad UberEats, característica de Estados Unidos, que ofrece a los clientes el servicio de transporte de comida hasta el lugar deseado.
Sin duda, la polémica entre Uber y el gremio de taxistas dará que hablar en los próximos meses en toda Europa. La revolución de las nuevas formas de negocio ya está presente en el día a día en muchos sectores, y va a dar mucha guerra a las formas convencionales.