El Storting bautizó el Servicio de Seguridad Policial (PST) en verano de 2013. Extendía así el poder de las fuerzas de seguridad para fines como, por ejemplo, establecer bases falsas de telefonía móvil en casos que requieran garantizar la seguridad nacional. Sólo se le imponía un requisito: avisar a la Autoridad Nacional de Comunicaciones (Nkom) en caso de establecer receptores IMSI, sistemas colectores que recogen información de los teléfonos móviles que operan con la red 3G.
Desde entonces, esta institución no recibió ningún tipo de aviso. Hasta que en octubre de 2014, el equipo del diario Aftenposten recibió la ayuda de dos empresas de seguridad, Aeger Group y CEPI Technologies, quienes les proporcionaron un avanzado equipo de contrainteligencia Falcon II. Éste incorpora una radio táctica de alta frecuencia capaz de detectar la actividad de receptores IMSI. Llevaron a cabo alrededor de cincuenta encuestas en lugares donde el diario ya había registrado señales con la ayuda de CryptoPhones alemanes, teléfonos modificados que proporcionan seguridad contra escuchas y vigilancia electrónica. Cada cuatro segundos, recogían datos de las redes móviles vinculadas a Telenor y Netcom, dos de las tres empresas estatales que proporcionan este servicio en Noruega.
Llamadas, mensajes y grabaciones no autorizadas
Como resultado, los periodistas detectaron nueve receptores IMSI cerca de Navidad. Pero para obtener un conocimiento preciso sobre su localización real, necesitaron acceder a un poder superior. Enviaron el material al Servicio de Seguridad Policial y a la Autoridad Nacional de Comunicaciones antes de publicarlo. Esta última institución, tras varias encuestas, confirmó el hallazgo de Aftenposten. Se encontraban bajo vigilancia, nada más ni nada menos que el Storting o parlamento noruego, varios ministerios y toda el área alrededor de Parkveien donde se sitúan el Palacio Real y las residencias de varios representantes públicos, incluida la de la primera ministra Erna Solberg, además de su propio despacho.
Tal y como revelan los periodistas en un vídeo publicado en la web del propio diario, los receptores IMSI aprovechan la red 3G para captar todas las llamadas y mensajes de un teléfono móvil, para después enviar la información al centro correspondiente, que tras examinar la información, pudiendo incluso modificarla, la reenvían de nuevo hacia el receptor. Y eso no es todo. Estos poderosos aparatos también activan las grabadoras de los teléfonos móviles sin permiso del usuario, lo que puso en un gran dilema a las grandes compañías sobre su seguridad.
“Una estación base falsa llamada receptor IMSI interrumpe todas las señales de radio desde otras fuentes, por ejemplo una estación base legítima. El teléfono pierde su conexión actual, tiene que buscar otra señal de radio y descubre la señal de la estación base falsa”, explica en declaraciones a Infoactualidad Do Van Thanh, un científico titular e investigador de Telenor. Una vez autentificado, el receptor pregunta al teléfono si desea el encriptado de sus mensajes para que nadie pueda leerlos. Tras recibir su respuesta, accede a los paquetes sin encriptaciones. “Desafortunadamente, para proporcionar compatibilidad de vuelta, los operadores móviles tienen que soportar 2G en cualquier lado, incluyendo áreas que están cubiertas por 3G y/o 4G. Esto extiende la vulnerabilidad de GSM en todas partes”, añade este investigador.
Stig F. Mjølsnes, extécnico de Gobierno en materia de seguridad y privacidad, ahora supervisa una tesis para máster consistente en la construcción de un receptor IMSI con el fin de someterlo a experimentos. En este momento se dedica a analizar los datos obtenidos por Aftenposten. “La idea del receptor IMSI se remonta 15 años o más y ahora se encuentra en uso regular por parte de las autoridades y la policía en la mayoría de los países. Me figuro que en España también”, afirma.
Y apareció el responsable: El propio PST
El ministro de Justicia Anders Anundsen, durante una comparecencia parlamentaria el pasado 7 de enero, sentenció: “El Gobierno se esfuerza por reducir esta vulnerabilidad, pero hay que reconocer que la situación es tal que hay que tener en cuenta que otras personas puedan escuchar y leer lo que dices y escribes si no usas el equipo de codificación adecuado”. Muchos líderes políticos y empresariales se mostraron molestos por el hecho de que sus teléfonos se encontraran bajo vigilancia y dirigieron duras críticas hacia la pasividad de las autoridades de seguridad del Estado.
Durante la investigación se ha descubierto que las redes móviles no utilizaban el encriptado aprobado por la OTAN AES-256, que sirve para prevenir sucesos como este. Además, dada la sofisticación de la tecnología hallada, las autoridades apuntaban hacia un responsable gubernamental. “Estos resultados pueden atribuirse a las actividades ilegales de inteligencia de Estados extranjeros”, señalaba Siv Alsen, la asesora principal del Servicio de Seguridad Policial, en un comunicado. La dirección de la investigación apuntaba hacia China y Rusia, dos Estados considerados con capacidad para espiar al Gobierno noruego y cuyas relaciones diplomáticas se habían enfriado en los últimos años.
Pero finalmente, el mismo diario descubrió que el propio Servicio de Seguridad Policial había llevado a cabo estas escuchas, violando así la ley que les obliga a rendir cuentas a instancias superiores. Y de este modo, se ha puesto en duda la capacidad del Storting para controlar a la Policía. “Entiendo que PST actúa de acuerdo con el marco legal de su institución. Cuando se trata de una obligación, se pospone el diálogo entre PST y la Autoridad Nacional de Comunicaciones”, justifica Anundsen. Estas palabras le han costado duras críticas. "Actualmente tenemos un ministro de Justicia que actúa como una herramienta de PST en el Gobierno, no como el garante del debido proceso básico", escribía el pasado 13 de marzo un columnista de Aftenposten.
“Diría que es demasiado extraño. La gente está demandando que pase algo con esto, que haya consecuencias en el sistema judicial”, comenta un estudiante noruego de Empresariales. No tiene del todo seguro que esta situación pueda darse, ya que nadie puede afirmar con seguridad lo que pueda encontrarse detrás de este suceso. Ríe al recordar las declaraciones pasadas del ministro. “PST está actuando por detrás de todo lo que sabemos”, insinúa.